Ideas

¿A qué segmento pertenezco?

Cuando vamos a comprar un coche nuevo, los hombres nos comportamos como las mujeres en una zapatería, es decir, nos dejamos llevar mucho más por la emoción que por la razón. El “me gusta” puede mucho más que el “me conviene”. Y claro que esto es válido, siempre y cuando entendamos y aceptemos las consecuencias de nuestra decisión, porque incluso las mujeres, con toda su interminable pasión por los zapatos, jamás se comprarían uno de tacón para correr en el parque, aunque ya existan las que usen tenis en una boda. Como un auto cuesta mucho más que un zapato -al menos en la mayoría de los casos- es importante definir necesidades y gustos antes de tomar una decisión que puede salir más cara que un divorcio.

La primera pregunta que debemos hacer es para qué queremos el coche. Puede ser para transporte urbano, en carretera, mixto, rural, todo-terreno. También es válido que se quiera para construir imagen, para disfrutarlo en un autódromo o solo como parte de una colección. También se puede usar para más de uno de esos propósitos, pero difícilmente servirá para todos, de ahí la importancia de definir su uso primario.

Otra cuestión fundamental es quién o quiénes y cuántos van a usarlo. Para un hombre es posible que se más importante el manejo y la potencia. Para una mujer tal vez las prioridades sean el espacio interior y la capacidad de almacenamiento. Un adolescente posiblemente se impresione más con la conectividad y vaya, si el auto que vas a comprar es para tu hijo o hija que apenas empieza a conducir, sería prudente buscar un vehículo seguro, con poca potencia y bajo índice de robo con violencia.

Consumo, seguridad y fuerza

Uno de los errores más comunes en la hora de buscar un coche nuevo es pensar que un motor chico va a gastar menos gasolina. Si bien es posible que así sea, en la gran mayoría de los casos un motor pequeño trabajará más forzado y aumentará el consumo. La clave aquí es la relación entre el peso y la potencia, mientras menos peso cada caballo de fuerza tenga que cargar, menor el consumo. Un Swift Sport, por ejemplo, gasta menos gasolina que un Swift Boosterjet 1.0, a menos que el piloto se emocione y decida usar la fuerza del motor 1.4 para divertirse y la diversión cuesta, ya lo sabemos todos. En resumen, no esperen que un subcompacto con motor de 3 cilindros sea la opción de menor consumo en el segmento.

Otra equivocación muy común se da cuando cometemos la tentación de ceder a los caprichos de la moda y dejamos un sedán o un hatchback para hacernos de una camioneta o crossover. Hay mil pretextos, los más comunes siendo la necesidad de espacio (un hatchback tendrá prácticamente lo mismo); la seguridad (su altura las hace propensa a volcarse y por lo tanto, son más inseguras); la capacidad de enfrentar los baches (la suspensión en la inmensa mayoría de los casos, es igual a la de los coches con los que comparte plataforma) e inundaciones (su altura al suelo con frecuencia es hasta menor que la de algunos coches). ¿Está mal comprar una camioneta? Por supuesto que no, lo malo es no entender las consecuencias de su decisión, como el mayor consumo, la menor seguridad y el mayor índice de robo, traducido en mayor costo de seguro, por ejemplo.

Error similar se comete al comprar un Premium sin estar conscientes de que tenerlo no significa solo pagar por él sino también por sus servicios, reparaciones, costo de seguro y enorme devaluación a la hora de revenderlo.

En resumen, enamorarse de aquél deportivo o la flamante camioneta que ya compró el vecino no está mal, solo hay que entender que como toda decisión emocional, hay un costo a pagar por ellas, casi siempre muy alto.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando