A. Camus: la mitad de lo que somos es el medioEl consumo de alcohol entre adolescentes y jóvenes está convirtiéndose en un severo problema social de carácter nacional con mayor presencia en las grandes ciudades y desafortunadamente sin distingo de posición económica. No se trata de un asunto que corresponda solamente al ámbito familiar, no, es un asunto de salud pública que trastorna y en consecuencia involucra a los ámbitos familiares, educativos y gubernamentales, por lo que corresponde a todos tomar medidas a efecto de prevenir; primero, tratar después a todos aquellos jóvenes cuyo consumo frecuente los ha convertido en dependientes. La prevención de esta moderna plaga exige toda una coordinación entre familia, escuela y gobierno; al seno familiar le corresponde la educación, el ejemplo y el abordaje del tema, a la escuela, contemplar en sus programas las pláticas y los congresos donde expertos en la materia expliquen causas y consecuencias, finalmente al gobierno le corresponde las campañas preventivas de difusión y la atención oportuna y profesional de aquellos que lo requieran. No olvidemos que el consumo, frecuente y exagerado de alcohol viene acompañado de otros severos y peligrosos riesgos; el sexo sin protección, los fatales accidentes de tránsito, la violencia sin distingos de sexo, la pérdida de armonía en la familia y en las relaciones humanas. Las estadísticas no solo asombran sino que alarman, el 32.4% de adolescentes y jóvenes consumen alcohol en cantidades fuera de los razonable, por lo menos 8 veces al mes -antros fin semanales-. Es oportuno conocer que el consumo frecuente de alcohol provoca severos daños neurológicos irreversibles, consecuencia que cancela el futuro de estos jóvenes. Resulta curioso por decir lo menos que de un tiempo a la fecha las chicas adolescentes y jóvenes han ido incrementando la frecuencia y la cantidad respecto a los varones. Por lo que se puede ver, la realidad parece escapar a nuestro control, se ha “colado” entre los padres, los maestros y las autoridades una peligrosa cuanta comodina postura de permisividad que en varios casos terminan en tragedias, tragedias que educan demasiado tarde. Es hora de que se enfrente con talento y decisión este perjudicial fenómeno, recordemos que a toda indiferencia social le acompaña un mal fin. La abulia, pretextando omisiones, vaguedades y evasivas para tomar el asunto con rapidez y asertivamente cobrará más temprano que tarde su costosa factura social. El país parece haberse quedado inmóvil ante el cáncer de las drogas, dicha inmovilidad acarrea el pánico con el que cotidianamente convivimos todos los mexicanos, es hora de enfrentar esta plaga, ya que no resulta justo adoptar esa misma inmovilidad en el caso del alcohol, como ya nada nos escandaliza, la moda de la pre-copa, la copa y la pos-copa está convertida en servidumbre social, con independencia de status. Ahora resulta que la prohibición familiar a esta moda es intolerancia, somos testigos de cómo “las amistades” de los adolescentes y jóvenes dan por hecho que cualquier llamado a la mesura, a la cordura, al orden es engaño o enajenación. A riesgo de parecer “puritano” postura alejada de la realidad sí creo que cabría la pregunta: ¿Cuántos adolescentes y jóvenes de ambos sexos viven su cotidianidad sujeta a un proceso de búsqueda espiritual? Creo que pocos, la exagerada cultura materialista que se acompaña de otra profundamente hedonista le viene quitando sentido a la vida en franca armonía. Repararemos en este tema... Sabe.