Si en algo nos fue mal el año pasado en Jalisco, además de la imparable escalada de violencia e inseguridad, fue en materia de salud. El 2019 pasará a la historia como el de la mayor epidemia de dengue en la entidad, con más de 12 mil casos y decenas de defunciones, que saturaron los espacios de atención de nuestros sistemas de salud municipal (cruces verdes), estatal (hospitales civiles y clínicas estatales), y federal (IMSS e ISSSTE).La coordinación entre los operadores de estos sistemas de salud para prevenir y atender la pandemia no estuvo a la altura de la exigencia, con las consecuencias de los padecimientos de miles a causa del dengue, sin contar el costo institucional y familiar que implicaron los tratamientos médicos.Por eso es altamente preocupante todo lo que se vio en el arranque el pasado primero de enero del llamado Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar) creado en sustitución del Seguro Popular.Las improvisaciones, la desinformación y el caos con el que inició operaciones el Insabi dejaron claro que el equipo de Juan Antonio Ferrer Aguilar, titular de este nuevo sistema de salud, no hizo la tarea de socialización con los usuarios del Seguro Popular, ni de coordinación con las instituciones de salud de los distintos niveles de gobierno obligados a atender a quienes antes estaban inscritos en el Seguro Popular, que era la institución que pagaba esos servicios médicos a las distintas dependencias. Porque hay que recordar que el Seguro Popular nunca tuvo infraestructura hospitalaria, era justamente eso, una bolsa de recursos para cubrir los gastos de los pacientes de hospitales públicos, e incluso privados, que no eran derechohabientes de ninguna institución pública de salud.Si bien el decreto que creó esta nueva institución se publicó en el Diario Oficial de la Federación apenas en noviembre pasado, había tiempo al menos para circular información a directivos y personal de las distintas instituciones de salud que tenían relación con el Seguro Popular, que siguen sin tener idea de cómo deben actuar y cuál será la relación institucional con el nuevo Insabi.Aunque sin duda el Seguro Popular estuvo lejos de lograr el acceso universal a los servicios de salud que se fijó como objetivo, y no estuvo exento de graves casos de corrupción, a juicio de todos los ex secretarios de salud que manejaron este programa, su desaparición fue un error, y más bien tuvieron que hacerse los ajustes para desterrar sus vicios y mejorar su operación.Por lo visto esta primera semana del 2020, en el Insabi deberán trabajar cuesta arriba para hacer efectiva una de las principales promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador, de asegurar la atención médica a 69 millones de mexicanos que no tienen seguridad social, cuando es a todas luces insuficiente la infraestructura y el personal médico actual hasta para atender a sus propios derechohabientes.jbarrera4r@gmail.com