Nos construimos y alimentamos de lo que hay en nuestro entorno: de los hábitos que aprendimos y que hemos desarrollado; de lo que leemos o vemos en la televisión y las redes sociales; de las pláticas que sostenemos; y, por supuesto, de las personas de las que nos rodeamos. El antropólogo Robin Dumbar sostenía la teoría de que, independientemente de la cantidad de personas que conozcamos, no podemos tener más de 150 amistades o vínculos significativos. El llamado “número Dumbar” surgió hace tres décadas, mucho antes de que el internet y las redes sociales fueran pilar en la forma de relacionarnos y comunicarnos. La cifra -aunque cuestionada y debatida- ha servido como referencia sobre la capacidad cognitiva que tenemos para generar conexiones con otras personas.Se trata de un número promedio, una cifra aproximada. Ahí está esa red o grupo de personas a quienes uno respeta y en quienes confía, y que hoy se manifiesta de manera más sólida ante una pandemia que redujo vínculos. Estos años de covid nos llevaron a fortalecer nuestras relaciones, crear otras tantas o concluir y cerrar algunas más.Existen distintos modelos para identificar la cercanía de quienes nos rodean, la mayoría coinciden en que todos y todas tenemos un grupo base o de soporte de aproximadamente cinco personas: las más allegadas o íntimas, con las que nos comunicamos casi a diario. Esas a quienes sabemos que si les necesitamos y llamamos a las 4 de la madrugada, ahí estarán; esas a quienes casi casi les confiaríamos a ojos cerrados nuestra vida.Después de ese grupo hay otro de entre 15 y 50 personas, que son gente cercana y significativa en nuestra vida, con quienes tenemos una relación fuerte y cuya ausencia o pérdida nos dolería y abriría un vacío sensible en nuestro día a día. Un tercer círculo serían esas personas con quienes interactuamos a menudo, y le seguirían aquellas a las que simplemente conocemos de vista.Saber reconocer la importancia que tiene cada persona en nuestras vidas, puede ayudarnos a saber qué tanto deberíamos cuidarlas y evaluar el tiempo que realmente les dedicamos. Por ejemplo, el primer círculo casi siempre está basado en lazos sanguíneos… ¿Qué tanto veo a mis padres? ¿Qué tanto charlo con mis hijos/as o hermans/os? ¿Quién es esa o ese que siempre está en el momento más oportuno al lado de nosotros?El cierre del 2021, con tanta incertidumbre y la enorme modificación que ha sufrido la forma cómo interactuamos, bien podría llevarnos a pensar qué tanto de nuestro tiempo y atención hemos dado a los que creemos o sentimos que están en nuestros primeros espacios de amor y de afecto. Igualmente, sería factible evaluar qué amistades o relaciones caducaron o se terminaron en el camino porque cumplieron su ciclo.El fin de año es una celebración acerca de un intangible vital para todos, es una fiesta acerca de eso que como seres humanos no tenemos en exceso, pero que sí podemos determinar a quién se lo damos: el tiempo.Qué el 2021 haya estado lleno de tiempo de calidad y crecimiento personal, de alegría y de poco sufrimiento; pero que el 2022 nos traiga círculos personales más solidarios y más llenos de amor, y que nos permita ser generosos y recíprocos con el tiempo para quienes nuestra presencia en sus vidas es muy importante. ¡Feliz año nuevo!Instagram: vania.dedios