Sábado, 05 de Octubre 2024

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No hablemos de Garduño; hablemos de corrupción

Por: Diego Petersen

No hablemos de Garduño; hablemos de corrupción

No hablemos de Garduño; hablemos de corrupción

El Presidente no quiere hablar de la vinculación a proceso del director del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño, por el caso del incendio que dejó 40 migrantes muertos en Ciudad Juárez, porque dice que eso es nota roja. Que hablar de la responsabilidad de quien coordina la política migratoria en el país es amarillismo. Que mejor hay que hablar de la causa de la tragedia, que según él es la migración forzada.

Lo que propició la tragedia en el centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez, eufemísticamente llamada Estación Migratoria, no fue la migración, fue la corrupción. Las víctimas fueron migrantes; los causantes agentes del Estado y policías privados contratados por el Estado para realizar funciones que le corresponden al Estado. 

Los migrantes llegaron ahí porque policías municipales y agentes de migración realizaron una redada ilegal. Las protestas dentro del centro fueron producto del maltrato a los migrantes que no tenían comida ni agua. El incendio se produjo porque, gracias a la corrupción, alguien pudo meter un encendedor al centro de detención. La muerte de los migrantes por intoxicación fue el resultado del más cruel abuso de poder de quienes decidieron no abrir la puerta para que no “escaparan” así, entre comillas, personas que nunca debieron estar presas.

México no puede combatir las causas de la migración que se originan en otros países. La propuesta del Presidente de aplicar programas sociales en Centroamérica es demagogia pura. Lo que sí puede hacer México es darles a los migrantes un trato digno en su paso por el país, tal como lo establece la Constitución. Lo que sí puede hacer el Gobierno de México, del Presidente para abajo, es evitar que los agentes de migración, los policías -municipales, estatales y de la Guardia Nacional- así como los burócratas extorsionen a los migrantes, poniendo cuota por cada trámite. (Por cierto, el amor a los cubanos en los discursos presidenciales no se corresponde en la vida cotidiana, pues a los originarios de la isla se les discrimina como a ningún otro y les cobran hasta cinco veces más de mordidas que al resto de los migrantes.)

Una de las causas que explican el aumento de las remesas en los últimos años es justamente el fenómeno de los migrantes en tránsito. Cada uno de ellos recibe de sus parientes en Estados Unidos entre cinco y 15 mil dólares que es lo que se calcula les cuesta el paso por el país. Una parte, menor, se destina a comida y alojamiento. La mayor tajada se va en pago de mordidas a los agentes de Gobierno y en cuotas al crimen organizado. 

Tiene razón el Presidente: no hablemos de Francisco Garduño; hablemos de corrupción. Aunque quizá al final lleguemos al mismo punto.

diego.petersen@informador.com.mx

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