Domingo, 23 de Marzo 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

De empresario a político (psicología de sus motivaciones)

Por: Guillermo Dellamary

De empresario a político (psicología de sus motivaciones)

De empresario a político (psicología de sus motivaciones)

¿Qué lleva a un importante empresario, ya con una fortuna consolidada y poder económico real, a incursionar en el escenario político? ¿Qué motivos psicológicos subyacen en ese salto aparentemente innecesario? Detrás de esa decisión no hay sólo un interés racional ni una ambición estratégica: hay una compleja red de motivaciones subjetivas que dan forma a una personalidad que no se conforma con el éxito empresarial. Quiere más.

Uno de los motores principales del subconsciente es su  narcisismo, que es un rasgo de personalidad caracterizado por un sentido exagerado de la propia importancia, una necesidad excesiva de admiración y una falta de empatía hacia los demás. Las personas con narcisismo pueden ser arrogantes, egocéntricas y tener dificultades para mantener relaciones saludables. En su forma extrema, puede ser un trastorno de la personalidad. No se trata simplemente de vanidad, sino de una necesidad constante de validación y protagonismo. 

El empresario que ha conquistado mercados y multiplicado cifras siente que ya ha probado todo en su terreno, y que ahora necesita un escenario mayor donde su figura sea aún más influyente. La política, con su visibilidad permanente y su capacidad para hacer  historia, surge como el escenario  ideal para ampliar su leyenda personal. No le basta con ser rico; quiere ser recordado, admirado, temido. Quiere influir en la sociedad como antes moldeó su empresa.

Esa búsqueda de trascendencia se alimenta también de una percepción inflada del yo.     

El empresario exitoso, acostumbrado a que su voluntad se imponga en el mundo privado, cree ahora que puede aplicar la misma lógica en el mundo público. Confía tanto en su intuición y su liderazgo que desprecia la complejidad de la política y la ve como si fuera sólo otra empresa que necesita una gestión eficiente. Esta sobreconfianza, que raya a veces con la megalomanía, se mezcla con una pulsión por controlar, por ordenar el caos desde una visión que él considera superior.

Pero también hay algo más primario: la sed de poder en su forma más completa. El dinero da poder, sí, pero el poder político otorga otro tipo de control, más simbólico, más absoluto. No se trata solo de dirigir una compañía, sino de dirigir un país, de modificar leyes, influir en las conciencias, decidir sobre vidas hasta trascender en las páginas de la historia. Esa sensación de poder total puede ser adictiva para una personalidad que no conoce los límites.

Finalmente, muchos de estos empresarios encuentran en la política un nuevo escenario de conquista, una forma de evitar la decadencia, de seguir en el centro del juego. Como actores principales de su propio mito, sienten que aún les queda un papel mayor que interpretar. El poder económico es apenas el prólogo. El acto final se juega en el corazón del Estado. En el éxtasis de las relaciones diplomáticas y demostrarse que se puede conquistar otras naciones con sus caprichos, deseos y fantasías.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones