Preocuparse ante las situaciones personales y sociales que ha implicado la contingencia por el COVID-19 (coronavirus), principalmente con el aislamiento domiciliario y precautorio que han instruido las autoridades sanitarias, es una situación normal, sin embargo, cuando la ansiedad comienza a manifestarse de manera más aguda y constante es necesario activar dinámicas que nos permitan crear un ambiente sereno para sobrellevar la situación.María del Carmen Guerra Arias, licenciada en Educación con especialidad en Psicología Educativa y con maestría en Ciencias de la Familia, explica que la ansiedad es una emoción bastante humana y que puede manifestarse ante circunstancias de incertidumbre, pero que también ayuda a estar más vigilantes y atentos ante las situaciones a las que se están enfrentando y así, tomar decisiones pertinentes.“Es una respuesta de adaptación que tiene el ser humano, sin embargo, cuando la ansiedad aumenta se puede transformar en miedo ante la incertidumbre, el no saber cómo actuar. Cuando pensamos ante estímulos peligrosos conocidos, el olor a gas o estar cerca de un animal bravo, sabemos cómo reaccionar, pero para la enfermedad del COVID-19, el ser humano no tiene idea de cómo combatirlo, porque es nuevo y nunca se había presentado; incluso, esta declaración de pandemia a nivel global es una experiencia nueva para todos”.La especialista señala que la angustia puede desencadenar otras emociones como el enojo, el enfurecerse contra las circunstancias que las están provocando, enojarse con los enfermos, autoridades o hasta querer huir, o por otro lado presentar una depresión y quedarse “en pausa” que limitan el pensar en soluciones creativas para sobrellevar situaciones como ésta.“Las emociones tienen una función de información, cuando tienes miedo te lleva a investigar, pero la sobreinformación te puede asustar. Quien se pasa 12 horas al día viendo noticias de cómo crece esta situación, provoca que el miedo aumente y las reacciones orgánicas también”.Guerra Arias detalla que palpitaciones aceleradas del corazón y la frecuencia respiratoria, cambio de color en las mejillas, presión arterial elevada, sudor de manos, temblores, sensación de dolor y tensión muscular, son algunas de las reacciones físicas que se pueden presentar cuando hay ansiedad.Este tipo de circunstancias al ser vistas por otros miembros de la familia también pueden replicarse en ellos: “Cuando un niño ve/lee en el rostro de su mamá que está asustada, lo imita sin querer —una labor de las neuronas espejo— y él también empieza a sentir la misma ansiedad y angustia”.Acatando las recomendaciones de las autoridades sanitarias, si se tiene la oportunidad de estar en casa es importante establecer dinámicas que permitan relajar al cuerpo y propiciar un estado de más tranquilidad para el aislamiento.“Hay que saber qué cosas sí podemos hacer. El momento en el que percibo el problema, tomo atención prudente ante las circunstancias (aislarse, por ejemplo), me pongo a razonar qué sí puedo hacer y que sea seguro, que me mantenga creativo en esta etapa”.JL