Viernes, 22 de Noviembre 2024

El mundo a través de su mirada

Gabriela Iturbide, ganadora del Premio de Periodismo Cultural Fernando Benitez, narra las experiencias que la llevaron a convertirse en una de las fotógrafas más reconocidas

 

Por: Ruth Romero

"Con una cámara puedes ir por todo el mundo". EL INFORMADOR/ G. Gallo

Ver el mundo a través de la extensión del ojo: la cámara, éste fue el objetivo que impulsó a Graciela Iturbide a dedicarse a la fotografía, profesión que ha llevado con tal pasión y dedicación, que es hoy una de las fotógrafas más reconocidas a nivel internacional. Durante su trayectoria, ha sido acreedora a múltiples premios en diversas partes del mundo; el más reciente es el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez, entregado en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara.

Graciela Iturbide creció en una familia conservadora, por lo que asistir a la universidad parecía una imposibilidad para ella, aunque deseaba estudiar Filosofía y Letras, “mi familia me dijo terminantemente que no, porque de ninguna manera una mujer iría a la universidad, se tenía que quedar en la casa”, recuerda la fotógrafa en entrevista con este medio. Por lo que su vida continuó sin la carrera de sus deseos, se casó y tuvo hijos.

“Yo creo que me casé muy joven para poder ir a estudiar, pero (Filosofía y Letras) es una carrera que te lleva mucho tiempo, entonces, yo tenía hijos y no podía con esa carrera, pero de casualidad me enteré que había una escuela de cine donde tenías que ir ya en la tarde noche, por lo que para mí fue muy fácil”.

Estudió cinematografía, donde escribió guiones, hizo películas pequeñas, “un poquito de todo para ver a dónde te vas a dirigir”, por lo que la escuela le fascinó, sin embargo, tuvo que dejarla “porque las cámaras eran muy pesadas, y en esa época tenías que tener muchos asistentes, y muchos materiales técnicos que eran pesados”.

Por suerte, Iturbide se topó con la fotografía, “con una cámara puedes ir por todo el mundo. Durante esa época conocí a Manuel Álvarez Bravo, y me fui de achichincle, de ayudante con él. Fue un maestro maravilloso, no tanto de decirme cómo se revela, cómo aquello… sino en el sentido de cómo él veía la vida, de una manera muy poética, con un tiempo muy especial, y me dediqué a la fotografía para conocer mi país por medio de la cámara”.

Descubrir el mundo

De esta forma, fue recorriendo gran parte de la República Mexicana, visitó pueblos “que no siempre uno los conoce”, descubrió “las diferentes culturas que tiene nuestra nación, que son totalmente diferentes el Norte que el Sur, uno piensa que en nuestro país todo es igual, y cada rincón es diferente. Para mí fue maravilloso ver con mi cámara mi país”.

También se aventuró al resto del mundo, pero siempre con guías, fueran espirituales o físicos: “Álvarez Bravo fue mi guía en México, pero también muchos escritores, mucha gente que he conocido en los pueblos, que ahí hay gente muy sabia, en ellos descubro infinidad de cosas que desconozco”.

Mientras que en Italia, Passolini fue su Norte, pues Iturbide había leído “bastantes ensayos de él, he visto todas sus películas porque me encanta. Fui a Ostia donde a él lo mataron porque era como una obsesión mía estar ahí. Entonces, fue así mi guía, tanto en Roma como en Ostia”.

Así, las lecturas, la cultura, así como la fotografía de otros fotógrafos como Christer Strönholm, Josef Koudelka y Sebastián Salga, fueron influyendo en las fotos que Iturbide toma, pues para ella “todo te marca, están los fotógrafos a los que admiro e incluso he llegado a conocer en mis viajes. Todos ellos me han enseñado a fotografiar mejor cuando yo les enseño mis fotos o ellos me enseñan las suyas, uno va aprendiendo y también te van marcando. También me han enseñado los muchos libros de fotografía de diversos lugares a los que voy. Igualmente, las lecturas que hago en cada país, busco escritores de cada uno de ellos, porque es otra manera de conocer el alma del lugar”.

Capturar la sorpresa

La emoción que embarga a Iturbide en un momento instantáneo, es lo que desea impregnar en sus fotografías. “Cuando salgo a la calle no tomo nada más por tomar, tiene que provocarme un ‘¡ay!’, algo que me maraville. Cuando tú ves que ya está hecha la foto, que está formada, que es algo especial para mí, que es lo que me sorprende, es cuando hago la foto”.

Tanto en México como en el extranjero, fotografía aquello que la sorprende. Además, resalta que su foto ha cambiado “un poco, depende también de los lugares a los que voy, tomo paisajes, objetos, gente… He estado varias veces en la India y es grandioso ver la cultura de esta gente, que para mí es lo mismo hacer fotografía aquí que hacerla en cualquier otra parte del mundo fuera de la nación mexicana”.

Encontrar la sorpresa no siempre es cuestión de casualidades, muchas veces está relacionado con el conjunto de experiencias de Iturbide, “todo se va dando y se va haciendo una inferencia importante en tu vida, entonces, muchas veces la sorpresa está relacionada con alguna lectura, quizá, o cuando viste a Fellini, por ejemplo, hay algo que te transporta”.

Otro ejemplo que da Iturbide respecto al encuentro con la sorpresa, es el regresar a algún sitio que la dejó marcada y, sin importar el haber estado ahí, aprender algo nuevo: “recientemente regresé con los seris, estuve con ellos hace 40 años,  para mí fue fantástico porque quedan muy pocos pero siguen con sus tradiciones, continúan con la pesca, las mujeres hacen sus collares de caracolitos. Lo que te dicen cuando platicas con ellos es otro mundo, un mundo maravilloso pero a la vez difícil porque en México desafortunadamente hay gente muy marginada”.

Tapatío

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