Rafael Villegas Santana fue el administrador de Plaza del Sol de febrero del 2002 a agosto del 2010. Llegó poco después del momento de cambio del lugar: “Fue la última remodelación mayor que se hizo, terminó más o menos en el 2001. Todavía me tocaron algunas labores para terminar el proceso. Fue cuando se cambiaron todas las fuentes, se decidió tener las esculturas de Alejandro Colunga”.De su periodo en la plaza, recordó: “Normalmente los administradores han rondado los ocho años, no es una regla, pero ha coincidido. El anterior administrador decidió dejar el puesto por proyectos personales. Me dieron el honor de ser el administrador durante unos años”.Su decisión personal de tomar el trabajo fue por volver a la ciudad: “En esas épocas trabajaba fuera de Guadalajara, soy de aquí. Tenía a mi cargo un desarrollo turístico muy grande, ya estaba en venta. Me ofrecieron seguir, pero tenía muchas ganas de regresar a Guadalajara. Estaba en Ixtapa, no era una ciudad para formar una familia y estaba empezando mi familia”.El reencuentro fue sorpresivo: “Si bien soy de Guadalajara, conozco Plaza del Sol, es un poco más vieja que yo. Viví mi niñez en la plaza. Era toda una experiencia, una visita. Mi primer impacto fue que a pesar de otros centros comerciales Plaza del Sol seguía siendo Plaza del Sol. La recibí con 1 o 2 por ciento de locales vacíos, con negocios muy importantes”.La vigencia del lugar, para Rafael, “se debe mucho a la ubicación, está muy bien ubicado. Además tiene un mercado, hoy en día mira hacia el Sur de la ciudad, hasta hace no demasiado era lo más al Sur. Una de las cosas que la mantiene con éxito es su mezcla de giros: tiene tiendas de lo más importante, que hace que permanezca en el gusto de la gente. Eso es importante, además de las anclas: un supermercado y una tienda departamental como Liverpool”.Tras la remodelación, Rafael se encontró con un espacio agradable para la gente: “Una de las cosas que más llamaron la atención fueron las fuentes. Me llamó mucho la atención que aunque no teníamos un lugar de diversión como tal sí éramos centro comercial familiar, era muy común ver a los niños en las fuentes. Se volvieron un atractivo muy fuerte. Las fuentes están hechas para que los niños puedan acercarse e interactuar relativamente”.En un día normal su horario era de oficina, “pero los locales por lo general abrían a las 11 de la mañana. Lo que hacía todos los días era darme un recorrido por el centro comercial sin gente, o con el mínimo. Llegaba, me compraba mi café (las cafeterías ya estaban abiertas) y me daba la vuelta para verlo sin gente y analizar si había situaciones para mejorar (un ladrillo roto, una tapa levantada)”. El Sanborns sí era 24 horas en aquellas épocas, “pero se limitaba a que la gente caminara solo por ciertas zonas, para no tener gente caminando en las áreas donde no hay nada que hacer. La plaza no se cierra. Una cuestión que hicimos fue los ‘acordeones’, barras que se extienden para cerrar ciertas zonas”.En los ocho años como administrador “me tocó el periodo de la tecnología. Soy el que llegó a comienzos de siglo, nos tocó trabajar la página de internet, las redes sociales que empezaban: Facebook, Twitter, el canal de Youtube. Se ha ido modernizando mucho”, recuerda.La experiencia del usuario en el lugar también tuvo el cambio de la tecnología: “Me tocó el proceso de automatización del estacionamiento: fue un cambio cultural muy fuerte. Plaza del Sol es un centro comercial con gente que asistía en esas épocas y que no estaban acostumbrados a la tecnología. Llevarlos a pagar a un cajero fue difícil. Al principio a la gente le costaba trabajo entenderlo, pero al final quedó claro el beneficio. Por ejemplo, recuerdo en las épocas navideñas: estacionarse en la torre y querer salir era un problema, porque era con boleto que había que pagar afuera. Se hacían filas muy largas. Con la automatización se dio más fluidez. Esos temas iniciaron en mis épocas, esos temas de la tecnología”.Otro cambio fue la manera de celebrar el aniversario de la plaza: “El árbol navideño se prendía el día del aniversario. Empezamos a manejarlo un sábado, con una serie de espectáculos. Hoy es todo un evento”. En particular, Rafael rememora el aniversario número 40: “Recuerdo mucho el 40 aniversario. Empezamos a hacerlo los sábados en el tercero que me tocó, a partir de allí empezamos a celebrarlo los sábados. Mandamos a hacer cientos de pasteles, pusimos ‘Pastel gratis’ y fue impresionante. No nos duraron, estábamos sorprendidos por la cantidad de gente, hasta cierto punto temerosos. Fue todo un evento, estaba completamente lleno el centro de la plaza, tuvimos cuerpos de seguridad extra”.Los locatarios igualmente pasaron por un proceso de adaptación a un nuevo siglo, con modificaciones en las tendencias y gustos de la gente: “Había una tienda que vendía muchas figuras de porcelana, de las que tenían las abuelas. Era muy socorrido, pero de pronto, gente que tenía dinero para pagar 10 mil pesos en una figura ahora se lo gasta en una televisión”. En ese mismo sentido, Rafael mencionó el caso de El Sorbo de Café: “Recuerdo una manifestación cuando Starbucks iba a abrir su local enfrente: hubo gente que se manifestó por la apertura, que cómo era posible. Le hicieron una entrevista al dueño y dijo ‘No, Starbucks no me va a quitar ningún cliente: todo el cliente que yo pierda va a ser por no atenderlo bien’. Tenía una visión de negocios muy interesante. Más que quejarse del entorno buscaba cómo superar las adversidades. Y fueron negocios que convivieron muy bien, cada uno con su propio mercado. Antes se decía que poner un local en Plaza del Sol era garantía de éxito. Hoy no es que sea garantía, no porque haya perdido, sino porque la competencia es tan fuerte que sin un plan de negocios, no sirve”.