Con más de 115 mil personas reportadas como desaparecidas hasta mediados de 2024, México ocupa el primer lugar a nivel mundial. Anualmente, desaparecen en promedio más de 6 mil ciudadanos mexicanos en su propio país, cifra que supera el número de soldados estadounidenses que murieron anualmente durante la Guerra de Vietnam. De 2007 a 2023 se han encontrado más de 5,650 fosas clandestinas en la República Mexicana; prácticamente una fosa por día. Jalisco tiene el mayor número de personas desaparecidas no encontradas (arriba de 15 mil). Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la desaparición de personas- “… Se ha recrudecido en los años recientes debido, principalmente, a la conjunción de corrupción, impunidad, violencia, inseguridad y colusión de personas servidoras públicas con la delincuencia organizada que impera en algunas regiones…”. El dolor de perder a un ser querido, aunado a la desconfianza hacia las instancias gubernamentales, han ocasionado que se conformen voluntariamente colectivos integrados principalmente por madres buscando a sus hijas e hijos. Con más de 230 colectivos ciudadanos de búsqueda, México alberga el mayor número de organizaciones de este tipo en el mundo.Para abordar esta problemática la Comisión de Búsqueda de Personas del Gobierno del Estado de Jalisco convocó a un variado grupo de científicas y científicos del CentroGeo, CONAHCYT, la Universidad de Guadalajara y la de Oxford y otras instituciones para desarrollar nuevas técnicas para encontrar fosas clandestinas. Sus resultados se reportan en el libro “Interpretando la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan”, publicado en 2024. El libro de más de 700 páginas, describe cómo se incorporan diversas ciencias como: antropología, entomología, odontología, patología médica, anatomía, fisiología, física, química, biología, ecología, botánica, edafología, fotogrametría multiespectral y análisis de paisaje, entre otras para detectar cadáveres inhumanos.Además de las ciencias naturales, hay un tipo de ciencia en la que participan voluntarios que se le ha llamado “ciencia ciudadana”. Tiene raíces desde hace más de tres siglos cuando aficionados amantes de la astronomía, meteorología, zoología, mineralogía y botánica ofrecían voluntariamente sus observaciones y colectas a los científicos. Cuando caracterizamos las actividades que realizan las madres buscadoras en colectivos voluntarios encontramos que van acumulando conocimientos sobre: entrevistar y seguir pistas, rastrear teléfonos móviles, identificar tipos de suelo, detectar montículos y hundimientos de tierra perturbada, identificar olores y especies de plantas e insectos, extraer e identificar partes corporales, para ubicar e identificar cuerpos humanos. También aprenden a constituir asociaciones del sector civil, navegar complejas burocracias gubernamentales e interactuar con investigadores universitarios y medios de comunicación.Descubrimos que las madres buscadoras cumplen con todos los criterios establecidos por la Asociación Europea de Ciencia Ciudadana. Pero existen algunas diferencias. La motivación desencadenante de la participación no es el disfrute de la actividad, como en el caso de las ciencias naturales, sino el intenso dolor psicológico/emocional por la pérdida de una persona amada. Estos grupos en Europa y los EEUU tienden a estar dominados por hombres de sectores sociales con altos niveles de ingresos y educación, mientras que los colectivos de búsqueda ciudadana en México están compuestos principalmente por mujeres, de familias provenientes de sectores sociales con bajos niveles de ingreso y educación. A diferencia de la ciencia ciudadana tradicional, el éxito de la actividad no se mide en publicaciones científicas; sino más bien en el éxito de encontrar personas vivas o fallecidas, en lograr un cierre emocional para sus familias y, en algunos casos, llevar a los criminales ante la justicia. Considerando que entre 60% y 80% de las fosas se descubren gracias a la información que proveen los colectivos, se debe reconocer el éxito de las actividades de estas madres y otorgarles el valor y la atención que se merecen.El libro “Interpretando la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan” se presentará al público el jueves 5 de diciembre, a las 13:00 horas, en el salón México dos del hotel Barceló, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Entrada libre.Eduardo Santana Castellón es ecólogo, Maestro Emérito y Director del Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara.Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.