Año con año, los maestros de la pirotecnia más reconocidos en la comunidad de Coyula, localizada en el municipio de Tonalá, honran al Divino Niño Cohetero, una imagen religiosa a la que rinden tributo e incluso le dedican una misa en la plaza principal de la delegación.Pero no todo es solemnidad. Después de la ceremonia inicia la alegría, pues los coheteros, que son considerados tan artesanos como quienes trabajan el barro con sus manos, ofrecen a su deidad más de una decena de castillos de fuegos artificiales, los cuales compiten entre sí y, al cierre de la jornada, un jurado calificado declina por el mejor.Este año, y porque cientos de asistentes así lo pidieron, hubo estructuras que arrojaron buscapiés de luces y fuego a los presentes, quienes bailaron bajo una lluvia de chispas que a más de uno le cobró factura en la ropa.Poco a poco, el festejo en honor al Divino Niño Cohetero ha ganado popularidad. Ya son más de 10 años de celebrarlo en Tonalá en un ambiente acompañado con música y baile, pero, sobre todo, con millones de chispas y el incesante silbido de los cohetones detonados en cadena.