Conforme se acerca noviembre, empiezan a percibirse cambios significativos, tanto en el ambiente, como en el contexto social, y sobre todo en el ánimo de cada uno de nosotros, que como ya se alejan las lluvias y empiezan los climas más frescos, retornamos a nuestro horario normal y el calendario nos marca más fechas significativas, todos nosotros, con suficiente anticipación nos preparamos y disponemos a vivir un final de año, lleno de fiestas…Porque hasta el día de difuntos, la visita a los cementerios para recordar a nuestros seres queridos, lo hacemos en contexto festivo.Por eso decimos: se acaba octubre: Ya empiezan las fiestas…Aunque mejor sería decir: no han parado… porque en todos los ambientes, cada tanto se escucha o se percibe un ambiente de fiesta, y no es posible dejar pasar una fecha importante sin una adecuada celebración... aunque las consecuencias se reflejan enseguida.¿Qué pasa? o ¿Qué nos pasa? o no damos crédito a las evidencias o no hemos tomado conciencia de que todos y cada uno estamos expuestos y que tenemos responsabilidad de ver por los demás para que los demás tengan también cuidado de nosotros.La realidad que en el presente nos envuelve es un hecho incuestionable e inevitablemente tenemos que aceptar que este año nuestras fiestas no podrán ser como tradicionalmente las hemos vivido en el pasado.Hoy por hoy es preciso adecuar a nuestro comportamiento a las circunstancias, aunque en ocasiones por querer controlarlo todo, tomamos ciertas actitudes, que brotan desde nuestras ideas personales y razonamientos manipuladores, pero que no corresponden a la realidad ni nos permiten percibir el dolor de los demás.Los sabios nos dicen que es peligroso vivir tan sólo en el ámbito de las ideas, y pretendiendo que se haga lo que fue o lo que debiera ser y ya no es; o lo que un día debió haber sido y no fue.Así que hoy por hoy tenemos que inventar otro tipo de fiestas, en familia, tal vez con menos ruido, pero con más amor.Dios no exige mucho, pero sí nos dice que debemos amar con todo el corazón a la familia que tengo, padre y madre que no escogí, hermanos, hijos y… que Él nos regaló.Pero también amar y cumplir con aquello que yo sí elegí: esposa, trabajo, profesión, grupos, comunidades… yo los elegí y debo seguir eligiendo cada día. Se trata de amar más y mejor, con todo el corazón, con toda el alma. No darles las migajas o las sobras de nuestro amor.La realidad del presente que me ha tocado vivir tampoco está en mis manos poder cambiarla.Aceptar esta realidad sin cerrar el corazón, es mucho más que una idea… No podemos estar de pleito, como nuestros ilustres representantes que no saben llegar a acuerdos ni ceder, sino tan sólo gritar.Otro tipo de fiestas…Hay que inventarlas, pero consciente y razonablemente, buscando el bien de todos…En resumidas cuentas, lo único que Dios nos pide es abrir el corazón y vivir el amor plenamente, como Él nos ha enseñado: sin exigencias, sin pretensiones absurdas…La cerrazón del corazón ofusca la mente y lleva a querer controlarlo todo con ideas razonamientos manipuladoras: De lo que “aquel” hizo o no hizo, porque le dije que hiciera, y no hizo… de lo que dijo y no debió decir… y también de lo que “yo” quise hacer y decir o no decir, y no hice, ni dije, ni callé…El mundo de las intenciones anheladas y jamás puestas en práctica no nos dará felicidad, porque ni siquiera existe.Así pues, preparemos unas hermosas fiestas que no dañen, ni contagien, y que nos ayuden a ser mejores, más sanos y felices.