Yéssica y Diego decidieron divorciarse en el 2021. Como suele suceder, el matrimonio inició el proceso de separación y también el desgastante estira y afloja para ponerse de acuerdo. Y todo empeoró cuando ambos comenzaron a pelear la custodia de sus hijas.La pareja tenía fotografías de Diego desnudo, que habían tomado cuando aún estaban casados, y presuntamente Yéssica lo habría amenazado con compartirlas y publicarlas. Al parecer, en medio continuaba la disputa por quién se quedaría con las hijas. Finalmente, las imágenes fueron difundidas por redes sociales y llegaron al ámbito laboral de Diego, quien terminó siendo despedido de su trabajo.Diego inició un juicio en contra de su ex esposa. Bajo el amparo de la Ley Olimpia (promovida e impulsada por colectivos feministas) acusó a Yéssica por el delito de Violación a la Intimidad Sexual. El caso se ha llevado en Coahuila, y en julio de este año, ella fue vinculada a proceso por la jueza Griselda Elizalde, dejando un importante precedente en el país al aplicar la Ley Olimpia a favor de un hombre. Recordemos que la Ley Olimpia en realidad no es una ley como tal, sino una serie de reformas legislativas que comenzaron a promoverse desde el 2014 para reconocer y castigar la violencia digital. Se le conoce así porque la impulsó Olimpia Coral Melo, quien fue víctima de acoso en redes sociales, después de que cobardemente se difundió un video íntimo suyo, sin su consentimiento y haciéndolo viral en el mundo virtual. La valiente joven de Puebla ha luchado durante años -acompañada de mujeres y colectivos feministas- para visibilizar y castigar esta grave violación del derecho a la privacidad.Hoy, gracias a esa lucha, en México está tipificada la violencia sexual digital, un delito que se castiga en nuestro país, con sanciones de hasta seis años de cárcel para quien distribuya cualquier material de contenido sexual (videos, fotografías, audios) sin consentimiento de la persona que lo protagoniza.Desde su origen, la Ley Olimpia se impulsó pensando en las mujeres que han sido violentadas en su intimidad, por las mujeres a quienes han querido lastimar y han lastimado compartiendo y divulgando sus fotos o videos íntimos en redes digitales, para las mujeres cuyo cuerpo ha sido exhibido (sin su consentimiento) para agredirlas… Un tipo de violencia con efectos tan devastadores y terribles como el suicidio de las víctimas de estas agresiones. La violencia digital va desde actos de acoso, hostigamiento, amenaza y vulneración de datos e información privada, hasta la difusión de contenido sexual (fotos, videos, audios) a través de las redes sociales y sin consentimiento de quien los protagoniza.Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 17.7 millones mexicanos fueron víctimas de ciberacoso durante el 2021 en nuestro país, y en más de la mitad de los casos las agredidas fueron mujeres. Aunque las condiciones de desigualdad de los hombres aún están lejos de lo que enfrentan a diario las mujeres, el caso de Yéssica y Diego en Coahuila deja un precedente en la protección del derecho a la privacidad sin distinción de género… Y nos recuerda cómo la privacidad es sagrada.
