Que estará lista en abril, dice el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú. Y no es que pongamos en duda su palabra, es que él mismo dijo que iba a ser en diciembre de 2019, y el gobierno anterior nos dijo que iba a ser en 2017 y luego que no, que sería en el primer trimestre de 2018 y así han venido pateando la fecha. La semana pasada nos dijeron que la obra civil estaba al 97 por ciento, lo mismo que nos habían dicho hace tres meses y de repente dicen que ya está terminada. Dicen que ya están haciendo las pruebas, mismas que inauguró Peña en noviembre de 2018 cuando ni siquiera estaba terminado el túnel. No es que dudemos de los funcionarios, pero es mejor esperar y ver para creer.Lo que sí tiene muy claro el secretario, y en eso no tiene responsabilidad alguna este gobierno, es que lo que iba a costar 18 mil millones se contrató en 20 mil y terminó costando 31 mil 500 millones de pesos. El titular de SCT no habló de corrupción, lo que sí dijo es que el sobre costo se debió a un mal proyecto ejecutivo y problemas de construcción. Nomás para darnos una idea, en Europa se calcula el kilómetro de metro subterráneo en poco más de mil millones de pesos (50 millones de euros); a nosotros el kilómetro de tren ligero, en su mayoría elevado, nos costó la friolera de mil 465 millones de pesos (70 millones de euros). ¿Quién es responsable de ese sobrecosto? Aún aceptando (por supuesto sin conceder) que no hay corruptos en este proceso (pues en este país la corrupción es algo etéreo que cometen entes malignos que no tienen nombre y apellido) alguien nos tiene que explicar cómo duplicamos el costo de la obra, quiénes son los responsables de la mala planeación (hubo una empresa contratada para hacer el proyecto ejecutivo) y quién autorizó una obra sin los estudios necesarios.Buena parte de los problemas que presentó la construcción del tren se hubieran evitado simplemente atendiendo a los constructores locales o preguntando: los que conocen el suelo del centro tapatío siempre lo desaconsejaron. A los ingenieros les gusta presumir que todo tiene solución, lo que no les gusta es decir cuánto cuestan esas soluciones porque es ahí donde aparecen los absurdos y si no preguntemos qué paso con el cuarto nivel del estacionamiento del Mercado Corona.Haber hecho el túnel en el centro fue mucho más complicado y costoso de lo que imaginaron, fue un capricho. Ya está, ya lo pagamos, ojalá funcione y funcione muy bien, pero es urgente documentar lo que sucedió para no tropezar de nuevo y con el mismo suelo. (diego.petersen@informador.com.mx)