Los partidos políticos son un tema recurrente en este espacio porque son o deberían ser el alma de cualquier sistema político que, con base en leyes, se defina democrático y porque son instituciones de interés público, según nuestra Constitución (Art. 41), encargadas de promover la participación del pueblo en la vida democrática; de contribuir a la integración de la representación nacional y permitir el acceso de los ciudadanos “al ejercicio del poder público”.Por supuesto que para lograr estos objetivos deben disponer de recursos y la Carta Magna también contempla que no les falte nada. Este año, al Instituto Nacional Electoral se le asignó un presupuesto, para su distribución entre los partidos políticos, de casi cinco mil millones de pesos; y con miras al año 2020 que no es electoral, se autorizó un incremento de 273 millones para un total de cinco mil 239 millones de pesos a repartir entre los partidos.Falta el visto bueno del Legislativo y sin duda habrá ajustes. Está en la mesa de los debates la reducción drástica del financiamiento público. Es un asunto pendiente desde hace décadas y una de las demandas recurrentes de la sociedad. Están contemplados mil 700 millones de pesos para Morena (este partido anunció que planteará en la Cámara baja reducir el financiamiento a la mitad); 950 millones para el PAN; 896 millones para el PRI; 445 millones para el PRD y el resto repartido entre el Verde, Movimiento Ciudadano y el PT. Digo, no han ganado tantas elecciones como el primero pero no se puede decir que estén de capa caída con tales presupuestos, ni siquiera si los reducen en 50%, cosa que dudo seriamente.Eso reciben o recibirán los partidos en México, todo de nuestros impuestos, para su manutención y sus actividades sustantivas. Pues resulta que, hoy por hoy, de todos no se hace uno. Desde hace mucho, mucho tiempo, los partidos políticos han estado enfrascados en luchas intestinas que han desdibujado principios ideológicos, soslayado conductas éticas y desaparecido escrúpulos, de tal suerte que se enfocan en alcanzar el poder político a costa de lo que sea mientras pierden de vista descaradamente, la esencia de su razón de ser: la nación, México.Si este fuera el enfoque, habría en México un partido en el poder responsable y comprometido, sin luchas internas como las que estamos viendo en el Legislativo; y una oposición sólida, contundente y exitosa en sus gestiones y cabildeos para llevar adelante las iniciativas y las políticas públicas que reclama hoy y con urgencia, nuestro país. No los veo así por ningún lado.Este domingo se sabrá cómo se arreglaron los de Morena, y a ver si es un arreglo y no una imposición; sobre este conflicto el mismo Presidente ya se pronunció y aseguró que si el partido que lo llevó al poder “se echa a perder” él renunciará. Y don Esteban Garaiz en su columna semanal, escribió sobre el mismo instituto: “Si hay un lujo que, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, se puede dar el partido Morena, es replicar la absurda experiencia de un partido de tribus” (Milenio, 27.08.2019). Tal cual.Ya sabemos, el poder desgasta, todos quieren ser protagonistas y bla bla bla. Pero no es el único así que asistimos, una vez más, a una representación recargada de la crisis en los partidos políticos en México. El PAN, en pleitos locales, elude su responsabilidad como oposición dizque comprometida pese a los casi mil millones de pesos que “administra” (es el segundo partido con más financiamiento público); el PRD, a ver qué pasa con ellos este fin de semana, hoy y mañana celebrarán su Congreso nacional pero las expectativas no son de una reunión armónica, es el partido de las tribus; y el PRI, bueno, qué se puede decir. Acaba de pasar por un proceso de elecciones internas y pese a los spots rimbombantes del nuevo dirigente, los daños internos son varios y profundos, tanto, que muchos vaticinan su desaparición. El día de las elecciones hubo denuncias de fraude y compra de votos (¡qué raro! ¿no?) y la adversaria que perdió optó por renunciar. Parafraseando a un diputado panista: “es lo bonito de los partidos”. Ajá.Claro que todo eso no es buena noticia para los ciudadanos de a pie como usted y yo. Ninguno de los partidos se salva, de todos no se hace uno y por la conformación de nuestro sistema político, son, en verdad, un mal necesario. Finalmente, el mayor reflejo de la crisis es esta aberración de agrupación Futuro 21 (Futuro Jalisco ya pintó su raya) que está dando cabida a desplazados, damnificados, rezagados, resentidos y perdedores de varios partidos entre otros Gabriel Quadri del Verde, impresentable; los Chuchos de las tribus perredistas y el Dr. José Narro que se equivocó de partido, entre otros por el estilo. Así las cosas… partidos, partidos.