Cuántas veces a lo largo de nuestros días, de nuestros meses o de nuestros años hemos repetido esta breve frase que en ocasiones casi casi nos define.No tengo tiempo para descansar, y siento tanto cansancio en esta actividad rutinaria que quisiera quedarme en casa, siquiera un día…No tengo tiempo para terminar una tarea pendiente, que por mil motivos no he podido concluir.No tengo tiempo para sentarme a conversar con los pequeños, o con los abuelos…No tengo tiempo para hacer ejercicio… que tanta falta me hace...No tengo tiempo para escribir una carta o hacer una llamada telefónica a alguna persona muy querida.No tengo tiempo para releer el libro que tengo allí guardado…No tengo tiempo para revisar lo que a lo largo de la vida he coleccionado con empeño…O simplemente para quedarme tranquilamente en casa…Y ahora hay tiempo…Pero nos damos cuenta que hipotecamos nuestra vida en tiempos que en estos momentos en que se nos presiona a permanecer en casa sin ocuparnos o preocuparnos de lo accidental y dando prioridad a lo que nos pone en juego la vidaHoy vemos que el estilo que adoptamos o nos han empujado a asumir, no es precisamente el más beneficioso ni el más saludable, porque la economía acaparó nuestras facultades y la comercialización nos llevó a la inmediatez, y cada mañana esperamos el pan caliente, y aprendimos a decir: que “el que guarda para otro día, de Dios desconfía…”Y hoy estamos pagando la cuenta a tantos errores que en algún momento nos parecían soluciones fáciles.Es cierto que hoy nos estamos dando cuenta de que la salud es lo más valioso y que la casa es mucho más importante que el bar. Pero nos importó más, en algún momento la fiesta en el Antro que llegar a casita a buena hora, y tuvimos como mejor, la reunión social con los amigos, que el tibio refugio del techo familiar.Hoy es el momento, hoy tenemos tiempo, de retornar al silencio y preguntarle a Dios qué es lo más importante de la vida y cuáles son los distractores que tenemos que dejar a un lado para poder concertarnos en lo que de veras nos está gritando la conciencia, desde un sano razonamiento.Hoy es tiempo de ver cómo la naturaleza misma está gritando ante nuestros ojos lo que muchas veces nuestros oídos no han querido escuchar.La contaminación que se desvanece, permitiéndonos un aire más limpio, los ríos que se aclaran, el ozono que ayuda a combatir esa amenaza que nosotros mismos creamos y que hoy nos invita a permanecer en casa.Hoy es buen momento para darnos cuenta de cómo y por dónde va el buen camino.Ahora es tiempo oportuno, es día de salvación, es el momento de volvernos más humanos y de mirar a Dios cono Padre siendo buenos hijos y reconociendo que Él nos quiere primeramente: “familia.”