Cuanto más reflexiono sobre la realidad de mi Patria tan hermosa y tan amada, más siento desconsuelo, cierta decepción y a veces hasta unas incontenibles ganas de llorar. Tanto más ahora que está siendo tan castigada por esta racha de pandemias, tanto la del Covid-19 como la otra: la de desinformación, o mejor dicho, la de informaciones encontradas y contradictorias que a veces más confunden que ayudan.Y como siempre unos afirman, otros niegan, y los perjudicados son la mayoría que no sabe para donde mirar y frecuentemente cae en lo que no debiera y/o no quisiera.Y la pelea de las televisoras, que más parece juegos baratos de chiquillos pueblerinos que en realidad son un teatrito para llamar la atención y tenernos entretenidos con si tira y jala. Pero que en última instancia son un mal ejemplo ante el mundo al cual no se le escapan estas noticias.Cierto que hablan de conflictos entre naciones y poderes, pero en estas ocasiones sale a relucir: México contra México: y luego tan ufanos, porque le dieron en la torre al adversario con programas a veces de lo más vulgares.Yo recuerdo cuando viví en el extranjero, vergüenza me daba cuando alguna vez hablaban de México en forma tan desafortunada, tanto más porque allá creían que todos somos así.No obstante, en cierto tiempo circulaba un cierto slogan: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” y ciertamente nos tienen apabullados con su influencia donde todo es controversia, con películas donde se exagera y se alaba la violencia. Pero nosotros seguimos creyendo que allá todo es lo máximo. El país de la libertad, donde todo está prohibido.”Y para colmo nuestro presidente haciendo gala de sus antecesores que también incurrieron en detalles que mejor sería soslayar, porque si hubiesen utilizado su energía en otros aspectos, canalizando su fuerza y su empuje en buscar unión y alianza, y no es luchas malsanas, otro sería el discurso de nuestra historia.En fin, lo pasado es leyenda, el presente es lo que tenemos en las manos y es preciso reconocer que estamos a un nivel muy alto en la cadena de las especies vivas, por lo tanto, se requiere despertar y elevar nuestro arista espiritual para conectarnos con esa fuerza divina, que invade el cosmos y nos puede hacer superar lo puramente humano.Es allí donde los valores espirituales enraízan y germinan en la fe y el amor, para dr paso a la vida que recibimos a diario como un don.
