La semana pasada es éste mismo lugar (https://www.informador.mx/ideas/Los-que-si-son-conservadores-I.-20190531-0027.html) se habló acerca de la ultraderecha, donde la democracia y el liberalismo político no juegan. En cambio la democracia cristiana y la derecha liberal no pueden ser tachadas como conservadoras, si bien los liberales de derecha son más ágiles para innovar, la democracia cristiana lo hace también, pero a un ritmo más lento.Así como la derecha liberal, la izquierda liberal es por naturaleza democrática, con división de poderes, límites al poder, elecciones libres, informadas y secretas. Tampoco es conservadora, pero ellos no utilizan el término innovación, sino el de “progreso”. En el aspecto económico, son seguidores de Keynes; intervención extraordinaria del Gobierno en la economía ante desestabilizaciones económicas. A diferencia de la derecha liberal cuyos enunciados son más a la Hayek, donde el papel del Gobierno siempre está lo más limitado posible.La socialdemocracia desde mi perspectiva, ha sido la dogmática prevaleciente desde la Revolución, pero solo hablando de socialismo sin democracia, hasta el Gobierno del presidente Zedillo. Pero desde el nacimiento del ya casi extinto PRD para acá, ya hablamos de una izquierda en realidad socialdemócrata. Así hemos visto gobiernos dizque de Derecha buscando ideales de esta izquierda, como el estado de bienestar. Creen en la posibilidad de planificar desde el Gobierno la economía así solo cuando ellos la consideran necesaria. Bajo la perspectiva de justicia social afirman pretender la inclusión de las minorías y la disminución de la desigualdad. Pero como se verá, tanto en la izquierda liberal como en la socialdemocracia, sus banderas son radicalizadas, cuando no ridiculizadas por la ultraizquierda.La ultraizquierda (conservadora), atada total a sus enunciados de origen, sin posibilidad de innovar, progresar o reformar, es una mezcolanza casi incomprensible. Colectivismo puro y duro, comunistas de viejo y nuevo cuño, marxistas con todas sus subespecies, antisistemas, leninismo, trotskismo, feministas radicalizadas y en general afiliados a la llamada ideología de género. Donde las no radicalizadas no le dan valor distinto a un hombre o una mujer, pero para una perspectiva de equidad dentro de sus diferencias. En cambio el feminismo radical no acepta sus diferencias y atribuye la situación de ser hombre y mujer a una causa meramente cultural. De ahí, si se puede modificar la cultura, se puede llegar a la no diferenciación, a un mundo neutral donde hasta nuestro idioma se pretende modificar, a un mundo donde el ser humano no es hombre o mujer sino un ente hablante. La biología no tiene nada que ver con la práctica sexual.El ecologismo ultraconservador aquí también se asoma. No se toca nada. Aun cuando pueda ser benéfico para el propio medio ambiente. No se toma en cuenta la realidad: nuestro planeta siempre ha tenido cambios climáticos, aun con la ausencia de nosotros. Lo importante aquí es valorar la explotación y usos de nuestros energéticos para no terminar con los recursos naturales y cuidarnos de no acelerar cambios climáticos perjudiciales. Aquí la igualdad ante la ley, la libertad y la democracia son arrollados por la justicia social. El Gobierno es el mandamás justiciero. La planificación se pretende totalizante. El derecho de propiedad se sacrifica. Tienden al Gobierno de un solo hombre. No les gusta la iniciativa privada. El Gobierno lo puede todo. Y éstos últimos son también los aliados de López Obrador. Así, AMLO es afín a la izquierda y derecha radical. Sin medias tintas.sergio@aguirre-consultores.com.mx / @seraguirre)