Como acaba de pasar el Día del Libro, en los periódicos han salido algunos artículos interesantes sobre la lectura y los asuntos editoriales, de distribución, etc. En teoría, el “mercado del libro” en lengua española es inmenso, con aquello de que el Mediterráneo llega hasta el Caribe, y que el territorio de la Mancha es la lengua y demás fervores panhispánicos. Pero la cruda realidad es que se trata de un gigante con pies de barro, o más bien con una base de lectores muy pequeña y todo lo de arriba muy chaparro y zarandeado por cuanta crisis azota los países hispanófonos.Todo es contradictorio en ese mundo: para empezar, en términos generales, los índices de lectura son paupérrimos, pero por otro lado se observa lo que alguien en El País* califica de “formidable incontinencia editora”: se publican al año cerca de 185 000 títulos; tan sólo en España son alrededor de 79 000. ¿Qué pasa? Pues que la mayoría son, inevitablemente, basura, y que la “filosofía” de los editores (ahora que resulta que hasta los restoranes y las tiendas dicen tener una) es que “a falta de hombre bala, perdigonada de enanos”. Con tan pocos lectores, con tan poca crítica literaria, con tan poco respaldo gubernamental, tan poco respeto a los derechos de autor y tan poca difusión de lo que se publica en los demás países de lengua española, lo que producen las editoriales es chatarra al por mayor.De nada ha servido, al parecer, la gran trasnacionalización de los sellos editoriales: no apuestan a difundir la obra de escritores serios y valiosos cuya visibilidad queda anulada por la sobreabundancia. Los mercaderes se conforman con retacar los anaqueles con “superación personal” y tonterías varias, esperando enganchar a un público que de todos modos es refractario a la lectura. En otro artículo,** un editor español comenta: “cuando comenzó la crisis las ventas de libros cayeron alrededor de un 40 por ciento y ahora, diez años después, estamos muy lejos de recuperar siquiera la mitad de ese 40 por ciento perdido”. Ante los problemas que plantean las tecnologías actuales y la piratería, otro profesional del libro ve un negro panorama “por los márgenes de crecimiento y de beneficio que cabe esperar de un producto como el libro, y terminando por el delirante sistema de distribución, que Amazon amenaza con arrasar”.En la cadena del libro hay muchos eslabones frágiles, empezando por el lector mismo y siguiendo con los escritores, traductores, correctores, diagramadores, diseñadores, editores e impresores, casi siempre malpagados y sobreexplotados. Esos oficios se están perdiendo, a pesar de que de todos ellos depende la calidad del libro. ¿Y cómo salvar las librerías independientes, que no pueden competir con los negocios grandes?Por su parte, el INEGI publicó una encuesta reciente sobre “el comportamiento lector en México”.*** Son 36 páginas con gráficas, y aunque la información no es muy clara, sí resulta demoledora la principal conclusión: “para el 2018 se tiene que de cada cien personas, 45 declararon leer al menos un libro en los últimos doce meses” (contra 50 en 2015).*https://elpais.com/cultura/2018/04/05/babelia/1522947901_067856.html **http://www.elcultural.com/revista/letras/Duelos-quebrantos-y-esperanzas-del-mundo-editorial/40931 ***http://internet.contenidos.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_estruc/promo/resultados_molec_feb18.pdf DR