Si algo puede salir mal, saldrá mal, dice la Ley de Murphy. Y si se hace con prisas, saldrá doblemente mal. Y si de por medio hay un negocio público millonario, mejor ahí le paramos.Lo anterior aplica para Guadalajara y el futuro de la recolección de la basura en la ciudad.Se vino abajo la licitación millonaria ganada por la empresa Peón SF Sapi de CV para arrendarle a Guadalajara 160 camiones recolectores de basura.La firma creada apenas el año pasado, según el Registro Público de Comercio, simplemente desistió de participar. ¿Por qué una empresa renunciaría a una jugosa licitación de 878 millones de pesos (mdp)? Carece de sentido.La alcaldesa tapatía Verónica Delgadillo sugirió que detrás estaban las presiones de Caabsa Eagle para ampliar su concesión que vence el próximo 17 de diciembre después de 30 años de servicio.Estas justificaciones simplificadoras son verosímiles, pero muchas veces esconden realidades más complejas. He aprendido que la versión oficial es como un alimento ultraprocesado: práctico, atractivo para el consumidor y rentable (políticamente), pero antinatural.A menudo cuando se trata de lo público, el autosabotaje, la incompetencia, la corrupción y el crimen flotan alrededor de decisiones “inexplicables” en donde el dinero está al centro.Recordemos que la gestión de la basura, sólo en Guadalajara, representa un negocio de alrededor de 360 mdp que el gobierno le paga a la concesionaria al año.Delgadillo tiene en sus manos una bomba de tiempo y una herencia maldita.La alcaldesa tardó un mes en lanzar la licitación tras asumir en el cargo, pero la responsabilidad es, sobre todo, de la gestión previa de Pablo Lemus que ni trazó un plan para independizarse de Caabsa Eagle ni consolidó la agencia intermunicipal de gestión de residuos.El futuro nos alcanzó. Tapatíos y tapatías, abróchense sus cinturones. En los últimos días del año se generan más desperdicios y Guadalajara deberá sortear ese periodo que requiere más de 200 camiones y al menos 900 trabajadores municipales.La ciudad vivió una crisis de recolección de basura en enero de 2023, producto de la pugna entre la concesionaria y el ayuntamiento. En esos días, más de dos mil 500 toneladas de residuos se acumularon en las calles.En aquel momento, un político jubilado, ex alcalde, me dijo que en esta ciudad muchas cosas podían marchar mal, –contaminación, seguridad, transporte–, pero había pocas imperdonables: la recolección de basura es una de ellas.Que una ama de casa o una familia vea crecer una montaña de desperdicios en su cocina y sobre su banqueta, simboliza la pérdida, en un grado elemental, de la razón de ser de un gobierno municipal. Y tiene, sobre todo, un alto costo político.Delgadillo vive los días más duros de su gestión a dos meses de iniciarla porque tendrá que transformar en 15 días un servicio público del que la ciudad se desentendió por 30 años.