Así como la desaparición masiva de los 43 normalistas de Ayotzinapa fue un duro golpe de conciencia para que millones de mexicanos se enteraran del fenómeno de las desapariciones masivas, de igual modo el indigno paseo de cuerpos sin identificar en la zona metropolitana de Guadalajara en tráileres refrigerados nos abrieron la conciencia sobre la crisis forense que existe en Jalisco y en todo el país.Ambas crisis, la de desapariciones y la forense, a su vez son el resultado de esta guerra informal que ensangrienta a la sociedad mexicana, una violencia que es funcional para ciertos poderes fácticos mantengan sus privilegios, sus negocios, sus modos de acumular riquezas y que el Estado la enmascara como una supuesta guerra contra el crimen organizado. Datos recientes nos muestran que la crisis podría ser más grande aún de lo que hasta ahora hemos pensado. Un informe publicado la semana pasada por el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM) revela que esta segunda crisis es aún más grande de lo que había admitido el Estado mexicano. El actual gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador admitió el año pasado que había 38 mil cuerpos sin identificar en los servicios forenses del país. El informe del MNDM arroja que en el país hay más de 52 mil cuerpos sin identificar. Al mismo tiempo, las cifras oficiales de la Secretaría de Gobernación indican que hasta el día de ayer existen 91 mil 372 personas reportadas como desaparecidas.Basta cruzar ambas cifras para ver la magnitud de la tragedia. Las familias organizadas que buscan a sus desaparecidos han subrayado el hecho de que si el Estado cumpliera su función de identificar los cuerpos que están en fosas y cementerios municipales y en los servicios médicos forenses de los estados, se lograría dar con el paradero de miles de desaparecidos que existen en el país.Pero como otras veces lo he subrayado, esta crisis no es generalizada en todo el país. Por ejemplo, Campeche tiene 55 personas desaparecidas y 14 cuerpos sin identificar.En contraste, y de modo lamentablemente, Jalisco encabeza la lista de los estados con más desaparecidos con 13 mil 832 personas sin encontrar lo que representa 15.13 por ciento de todos los casos nacionales. A su vez, en Jalisco hay cinco mil 738 cuerpos sin identificar según el informe del MNDM, que representa más de 10 por ciento del total nacional. Con la misma lógica que para el caso nacional, si en Jalisco el gobierno del estado a través de las instituciones responsables, cumplieran su obligación de identificar los cuerpos bajo resguardo del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, claramente se identificarían a varios de los 13 mil 832 personas desaparecidas que hay en el estado. Estas cifras nos indican la gravedad de la doble crisis que hay en Jalisco: la de desaparecidos y la forense.Aunque estos complejos problemas no nacieron en esta administración, lo que es un hecho es que la doble crisis ha crecido y se ha agravado, a pesar del cambio de discurso del gobierno del estado.Si bien en varios eventos públicos el gobernador Enrique Alfaro ha dicho que la atención a las familias que tienen desaparecidos es una prioridad, en los hechos la existencia de esta doble crisis indica que no se ha hecho lo suficiente y necesario para terminar con el dolor y la revictimización de miles de familias.Antes que seguir gastando en publicidad y promoción de la imagen del gobernador, con miras a posicionarlo como candidato presidencial, se deberían destinar los recursos necesarios y suficientes para identificar los más de cinco mil cuerpos sin identificar en el Semefo y dar así respiro a miles de familias que están buscando a sus desaparecidos.