La Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara es el megaproyecto de infraestructura de transporte más ambicioso de la zona metropolitana y una de las obras públicas más caras de la historia de Jalisco. La obra era y es necesaria para combatir un proceso de urbanización que pone al automóvil, de modo equivocado, en el centro del sistema de transporte. Su conclusión y puesta en operación debe tender a revertir esta tendencia para poner en el centro un sistema masivo y público de transporte urbano.Un asunto pendiente es revisar todas las anomalías, retrasos y afectaciones que ha dejado una obra de esta magnitud que, literalmente, cruza Guadalajara, de Zapopan a Tlaquepaque. En el proceso irregular de su construcción miles de tapatíos sufrieron afectaciones directas en su patrimonio por daños a viviendas o comercios.Pero hay un aspecto que poco se ha abordado y poco a poco comienza a salir al debate público y que en pocos años se convertirá en un asunto de relevancia en la ciudad: los procesos de urbanización que se detonarán en torno a los 22 kilómetros del trazo de la Línea 3 del Tren Ligero.Una de las justificaciones del proyecto ejecutivo de la obra es que a la par de construir la Línea 3, se podrían detonar proyectos de vivienda bajo la regulación de Desarrollos Orientados al Transporte (DOT).Pero desde ahora mismo, antes de que la Línea 3 siquiera empiece a operar, comienzan a salir a la luz pública conflictos políticos por las inversiones privadas que pretenden hacerse a lo largo del trayecto de esta línea de Tren Ligero. El conflicto emergió en pleno corazón de Zapopan, luego que el ayuntamiento aprobó el pasado 26 de noviembre un fideicomiso de asociación pública privada para detonar un mega desarrollo inmobiliario para construir viviendas, departamentos, oficinas, negocios y un hotel, justo a un lado de los Arcos de Zapopan.Ahí el gobierno zapopano adquirió un conjunto de predios que pondrá a disposición a cambio de espacios de oficina. Un grupo de ciudadanos ha criticado la decisión del gobierno que encabeza Pablo Lemus y todo el proyecto. Además se ha cuestionado que el capital proviene de una inmobiliaria cuyos dueños son parientes del actual gobernador Enrique Alfaro Ramírez.Conforme se ponga en operación la Línea 3, lamentablemente conflictos como este se multiplicarán a lo largo del trazo de esta línea de Tren Ligero. Corredores completos de comercio, como Avenida Alcalde o Revolución, se vieron afectados por los constantes retrasos de la obra.Todo indica que varios desarrolladores empezaron a adquirir predios justo en ese momento que los valores en la zona se depreciaron. Y con seguridad, en los próximos años se levantarán nuevos edificios de departamentos y negocios, pero para capitalizar su inversión. La mayoría de esos desarrollos serán para sectores de ingresos medios altos y altos. Es decir, estaremos ante un proceso claro y nítido de gentrificación en los centros de Guadalajara y Zapopan y en zonas aledañas al paso de la Línea 3.El proceso de construcción de la Línea 3 pudo aprovecharse para plantear proyectos de redensificación de la ciudad, pero pensando en los sectores de menores ingresos, las personas que ya habitan en el centro pagando rentas moderadas.Pero ocurrió todo lo contrario. Se aprovechó la mayor inversión pública de la historia reciente para que las inmobiliarias acapararan terrenos y oportunidades. Bajo la dinámica de acumulación del capital inmobiliario, habrá proceso de reorganización urbana hacia la gentrificación, lo cual propiciará la expulsión, otra vez, de los más pobres de los centros urbanos de la zona metropolitana.A menos que se articulen proceso de resistencia amplios y consistentes, el capital ganará otra vez la batalla en las decisiones de cómo se construye la ciudad. Y los gobernantes quedarán otra vez como tapetes del capital inmobiliario.
