Nunca es fácil llegar a estas fechas, incluso en una cultura como la nuestra, que en una ofrenda de Día de Muertos abraza a los que ya no están como si aún estuvieran. La realidad nos ha mostrado nuestra fragilidad, nunca mejor dicho en un contexto donde el COVID-19 nos obligó a reflexionar sobre la vida, ésa que perdieron cerca de 300 mil mexicanos desde que el virus llegó y con el que hemos aprendido a vivir tras una máscara.Pero más allá de lo que biológicamente no podemos controlar, está lo que socialmente no debemos tolerar. En semanas recientes los delitos imprudenciales nos dieron muestra de cómo todos podemos ser susceptibles directa o indirectamente, de cómo un impertinente se convierte en un delincuente, de cómo las autoridades pueden omitir un seguimiento teniendo las herramientas de videovigilancia a su alcance y de cómo también pueden capturar a un homicida imprudencial utilizándolas adecuadamente.Es por ello que ahora la demanda es mayor hacia las autoridades, con una sociedad que sabe movilizarse pacíficamente para visibilizar un problema y exigir justicia, tejiendo una red mediática que tiene el poder de generar acciones, porque la impunidad no debería ser una opción, y se obtienen respuestas rápidas como en el caso de la detención de Yigal “N”, señalado como responsable del accidente vial en Avenida López Mateos el pasado 17 de octubre en el que perdieron la vida los jóvenes Brian, Edin y Estefanía.O la afortunada inmediatez con la que se pudo actuar en el caso de la niña de cinco años que fue arrollada junto a su madre y donde la madre quedara gravemente herida y falleciera la pequeña, en donde las autoridades hicieron un seguimiento a través de las cámaras hasta llegar al domicilio de la responsable para que el delito no quedara impune.Pero estos casos recientes, mediáticos y visibles, son sólo una muestra de todos los que suceden pero no observamos, que se van a la estadística de las pérdidas diarias que no siempre encuentran un lugar en las redes de información.Hoy que los panteones cobran vida nos recuerdan que hay quienes tienen la oportunidad de rendir tributo en un recinto, pero hay quienes no pueden y sobrellevan el día a día con la ausencia de quienes salieron para no volver. Lamentablemente hay quienes permanecen en un constante duelo desde la pérdida y sobreviven al dolor y a la tortura de la búsqueda sin respuesta; esos padres, esas madres, hijas e hijos que han hecho del Servicio Médico Forense parte de su vida, en esta Entidad y en otras, que marchan en caravanas llevando expedientes a otros Estados, visitando centros de readaptación social en busca de una pista que les permita encontrar a los desaparecidos que en México suman más de 88 mil y en Jalisco se registran cerca de 13 mil de ellos.Esas personas que no quitan el dedo del renglón y que forman una herida social viven en un Día de Muertos continuo, en el que han formado un altar permanente en el Monumento a los Desaparecidos para que no se le olvide a nadie su duelo, ése que no termina y los mantiene en una línea suspendida en el tiempo, en una búsqueda que continuará hasta encontrarlos si es que les alcanza la vida.puntociego@mail.com