La convocatoria para incorporarse el 9 de marzo al paro de mujeres en todo el país, en protesta por los feminicidios y la violencia que se ejerce contra ellas en México, es tan clara y rotundamente apartidista que merece algo de contaminación. Y para ser el primero en la fila, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que hay “mano negra”.Sí… a pregunta expresa, aceptó que puede haber mujeres que tengan agenda propia y que no estén manipuladas por algún partido político o grupo de poder. Serían la excepción. Porque según el presidente López Obrador, lo que sí es seguro es que “los conservadores” están detrás: mueven a las mujeres, las manipulan y las oponen al gobierno federal de la Cuarta Transformación.Si este texto pudiera ser leído en el futuro, no sé, en 10 años, quizá los jóvenes de entonces que hoy son niños preguntarán: “¿En serio dijo eso el presidente?”.Pero sin necesidad de viajar en el tiempo o esperar a que la próxima década nos alcance, sí es posible leer lo que refleja la prensa de otras naciones sobre lo que acontece en nuestro país. Ejemplo: en un periódico impreso en Alemania, con fotografía y texto que aborda las estadísticas sobre asesinatos recientes de mujeres, el encabezado reza: “Mexiko - die Hölle für Frauen”: “México, el infierno de las mujeres”.En ninguna de las mañaneras le han referido al presidente Andrés Manuel López Obrador que un periódico germano encabeza así una de sus páginas en la sección de Política, pero seguramente habría tenido alguna reacción descalificatoria, como la que mostró contra el diario hispano “El País”, al que responsabilizó de no haber publicado nada mientras los gobiernos neoliberales saqueaban a México.Perderse en este tipo de argumentos es jugar a los laberintos, pero además sin ningún premio.No es extraño que los medios de comunicación fuera de nuestro país se sorprendan por el incremento de feminicidios (tan solo en lo que va del año, 30 feminicidios se han registrado en Jalisco), y lo reflejen en sus productos informativos como un hecho sorprendente, sobre todo en México, un país abierto tradicionalmente a la migración, promotor del turismo y además, con una Constitución que defiende los derechos humanos y es contraria a las visiones autoritarias.Lo que sí es extraño es que el gobierno de la república intente encontrar una etiqueta política a una protesta de mujeres que no puede tener más ideología que la desesperación y la indignación. Y sorprende también que los gobiernos de los estados y los municipios sean consecuentes y puede decirse, cómplices, de una situación tan injusta como injustificable.
