Con su particular estilo boxístico desparpajado, el espectacular campeón mundial Pluma OMB, Emanuel “Vaquero” Navarrete, ha construido una comunidad de aficionados fuerte y leal, una marca que ya identifican en las grandes ligas, el aparador que exhibe productos como los “Canelo”, Tyson Fury, Terence Crawford, Errol Spence Jr. Navarrete es la continuación del inagotable venero de exponentes mexicanos, antes surgieron los Abner Mares, Óscar Valdez, y es campeón mundial de una división en la que reinó uno de los más grandes de la historia del boxeo de todos los tiempos, Salvador Sánchez. El “Vaquero”, oriundo de San Juan Zitlaltepec, expondrá hoy su campeonato mundial ante Eduardo Báez, de Mexicali, en Pechanga Arena, San Diego. 36-1, 29 nocauts es el registro del titular. 25-2, siete nocauts, el palmarés del desafiante. Números para asegurar que Navarrete realizará una pelea de mantenimiento, debe ganar por cualquier vía para continuar con su ascenso, lo que sigue son nombres de primera línea y mejores bolsas. Aunque, jamás olvidar que la pelea más importante es la que sigue, la que ya se tiene pactada. Minimizar al adversario, considerar el compromiso como mero entrenamiento para hacer cuentas alegres, es provocar a esa dama caprichosa llamada lógica, a la que también le agradan las sorpresas. Puesto todo en orden, “Vaquero”, quien realizó en octubre la más reciente exposición de su campeonato mundial Pluma OMB, superó a Joet González por decisión en Pechanga Arena, tiene en línea a Shakur Stevenson, campeón Súperpluma CMB, a Óscar Valdez, al tirapiedras Leo Santa Cruz, y a Rey Vargas, flamante campeón mundial Pluma CMB. Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, recordó que su padre, José Sulaimán Chagnon, al terminar la pelea entre el argentino Carlos Monzón y el cubano mexicano José Angel “Mantequila” Nápoles, celebrada en París en 1974, se encaminó al camerino del sudamericano a tomar la muestra de orina, estaba deshidratado; le rogó que no lo hiciera, porque hacía 30 minutos que no podía hacerlo. Don José le exigió con mucha firmeza que sí lo hiciera, y que lo esperaría fuera de su camerino. Minutos después, Monzón abrió la puerta y le entregó el recipiente medio lleno. Unas tres semanas después de la pelea don José recibió la carta del laboratorio con los resultados. La prueba de Monzón se convirtió en un caso anecdótico ya que el resultado de la prueba fue… champagne. Las pruebas antidopaje recién comenzaban. El texto lo escribió Mauricio Sulaimán en su columna Round 12…Y por ahí estaré atisbando.