Los momentos que estamos viviendo en la actualidad, son verdaderamente un reto para todos aquellos que queremos salir bien librados de este conflicto.Primeramente tenemos que reconocer que los seres humanos no somos única y exclusivamente materia, ni siquiera “materia viviente”.En nuestra constitución orgánica hay algo más que lo puramente físico. Lo psíquico-anímico-y/o espiritual son niveles que nos impulsan a mirar más alto.En estos renglones nos encontramos con valores y actitudes que comúnmente llamamos: virtudes, y que si las hemos relegado, olvidado o echado a un lado, causan desequilibrio en toda nuestra estructura vital.Tal vez hay algo mucho más profundo en lo que nos ocurre en el presente y ciertamente es bueno reflexionar un poco más para darle a nuestra vida la oportunidad de transitar por el sendero justo.Las virtudes naturales.Que en términos tradicionales les llamamos “teologales”, porque son innatas. Es decir dadas por Dios a cada ser humano desde que nace. Estas se reducen a Fe, Esperanza y Amor. Sería largo desglosarlas, pero quienes las soslayan, pierden un potencial enorme en su vivir.Las virtudes humanas:Prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Importantes, muy importantes también en un diario y sano vivir. Pero buscando, buscando, llegué a preguntarme: en el presente ¿y dónde se encuentra la “obediencia”?Esa ya no existe a ningún nivel, ni personal, ni familiar, ni social.Por eso vemos hoy a los dirigentes que se desgañitan dando sugerencias, consejos, directivas y normas… y nadie -o por lo menos muchos- no hacen caso. ¿por qué a mí me han de decir lo que tengo qué hacer o no hacer? ¿Por qué quédate en casa?Es cierto que para vivir una vida más hermosa y más feliz; muchas veces nos va a costar tener que renunciar a alguna comodidad o a algún punto de vista personal.Y no se trata de imposiciones religiosas, porque bien sabemos que la única renuncia que verdaderamente Dios nos pide es al pecado, a lo malo y a lo que nos impide llegar a Él.Mientras tanto Él quiere para nosotros todo lo bueno, todo lo que nos realiza, engrandece, y nos hace más y mejores ante Él.Pero si preferimos andar a nivel del piso, sin esforzarnos a mirar más alto, seguiremos descendiendo en nuestro nivel humano, y vemos cómo tarde o temprano nos pasan la factura y sin más, ya estamos pagando consecuencias…Es tiempo de mirar al cielo, de pedir la luz de la Fe, la fuerza de la Esperanza y la suprema energía del Amor en su verdadera dimensión divina, como Dios nos la comunica…Es tiempo de volver a la sinceridad, a la humildad y a la obediencia; porque aunque no sean caminos fáciles ni sabrosos, sí son más verdaderos y seguros.