Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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El poder del pensamiento

Por: María Belén Sánchez

El poder del pensamiento

El poder del pensamiento

En la reflexión pasada hablábamos de la fuerza tan poderosa que tienen las palabras y cómo podemos o debemos manejarlas para que sean elementos constructivos en nuestras relaciones interpersonales.

Y si bien decimos que lo que decimos y cómo lo decimos, nos configura, hoy tenemos que preguntarnos donde se generan las palabras que decimos, de donde provienen… ¿en donde está la fábrica que las produce?

Es evidente que hay una fuente y es precisamente el pensamiento. Es en la mente donde elucubramos, analizamos y configuramos todo cuanto vamos a decir.

Es cierto que, como somos un todo unitario, no podemos separar nuestro ser como en secciones, separados unos de otros, por lo tanto, también los sentimientos tienen su parte y hacen su labor en lo más íntimo de la persona. Y entre todas nuestras facultades se va desenvolviendo toda nuestra actividad.

Nunca las palabras afloran sin que antes hayan sido incubadas en el pensamiento o en
el sentimiento.

Por eso es tan importante cuidar los pensamientos y lo que sentimos, porque las palabras que salgan de nuestra boca serán la expresión de lo que bulle en la mente y en el corazón.

Consecuentemente también las actitudes y acciones forman parte del conjunto de elementos que configuran la personalidad de cada uno.

¡Y luego me asombro por lo que opinan de mí!

Por eso es importante reflexionar con seriedad si lo que pensamos, decimos y hacemos son acordes a lo que queremos mostrar como rostro exterior.

O bien: ¿Hago y digo lo que quiero, o se me salen palabras de las cuales luego me
arrepiento?

Por eso lo que verdaderamente quiero ser, tengo que cultivarlo y cuidar mi mente, para que, lo que generan los pensamientos que sean de la calidad que pretendo ser.

Pero si en lo que consumo también le doy a mi mente alimentos nocivos, no va a ser fácil que tenga elementos para producir y crear buenos pensamientos.

Y sin ir lejos, tenemos la televisión y las películas en las cuales corren ríos de tinta, donde los crímenes se suceden de una escena a otra, y otros muchos malos ejemplos y antivalores van llenando la mente de ideas agresivas, confusas y violentas.

Inevitablemente nos están induciendo a llenar la mente de ideas que ni siquiera habíamos imaginado.

Lo mismo sucede con personas o maestros, que acaso influenciadas por un existencialismo trasnochado, cuestionan hasta lo más sagrado que hay en el corazón  del ser humano como es el amor a Dios, a la vida, a la familia y a la humanidad.

Así pues, pensar bien, lleva a hablar bien, a actuar bien, y a sentir bien.

Es verdad que con frecuencia nos toca compartir con personas de tan buenos sentimientos que no podemos dudar de su mente que es un jardín que produce flores hermosas, de bondad, de generosidad, en resumen: de amor.

Y todo esto es lo que estamos necesitando urgentemente en nuestro mundo, en el momento presente, y en todos los momentos, porque todos necesitamos de todos, y el buen contagio que podríamos recibir es el de ideas que generen pensamientos de calidad y que ayuden a hacer surgir lo mejor del propio ser.

Que sean como la lluvia que Dios nos manda fecundiza y refresca, pero sin causar estragos de violentas tormentas o inundaciones.

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