La semana pasada, justo el viernes 14 de febrero, el Gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador enfrentaba nuevas manifestaciones feministas. El motivo era el cruento feminicidio de Ingrid Escamilla, joven mujer que murió a manos de su pareja en condiciones relativamente claras para las investigaciones, pero que sin embargo estremeció por elementos como el manejo de información y la evidencia contundente de la indefensión femenina.Para quienes trabajan en “control de daños” de la imagen presidencial, la tarea era sencilla. Transcurrirían las manifestaciones que, además, están totalmente justificadas, y a manera de ventaja, se sometía a la opinión pública el comportamiento de algunas manifestantes que vandalizaron los muros y las puertas de Palacio Nacional.Nunca faltan las críticas.Pero el escenario se complicó. Desde el 11 de febrero había desaparecido Fátima Cecilia Aldrighetti Antón, una niñita de siete años que había salido de la escuela primaria. Uno más entre muchos niños y niñas que se reportan como desaparecidos.Pero ella apareció y estaba muerta. En bolsas. Terrible caso.Es importantísimo tener presente una cifra que es escalofriante: 10 mujeres (niñas, jóvenes, adultas) mueren todos los días en nuestro país, asesinadas.Lamentablemente, en el imaginario popular, e impulsado porque a muchas autoridades les conviene, todavía se discute si los homicidios de mujeres deben tratarse de modo diferente. Para muchos, no es justificable el “feminicidio” y les parece un trato preferente. Ignoran que resulta de años de lucha de grupos feministas que se dieron cuenta, hace mucho, que las mujeres de cualquier edad son más agredidas, más abusadas, más explotadas, más despreciadas y violentadas por eso justamente: ser mujeres.Como respuesta, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció un ridículo “decálogo” el pasado viernes 14. Un listado de ocurrencias y promesas que no se han cumplido desde hace años.Porque, aunque el Presidente diga que “eso calienta”, en su postura para enfrentar la violencia contra las mexicanas es igual a Peña Nieto y a Felipe Calderón y a Vicente Fox y antecesores. Por eso, es tan triste y desesperante la muerte de Fátima Cecilia, porque ante esta violencia hay muy escasa esperanza.