Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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El FBI en México: seguridad y ficción

Por: Jorge O. Navarro

El FBI en México: seguridad y ficción

El FBI en México: seguridad y ficción

El escenario de seguridad en México está tomando rumbos que parecieran haber sido escritos por guionistas de las series producidas por plataformas digitales. ¡El FBI en México! Ayer ingresaron con lujo de desplante hasta 50 camionetas de alto cilindraje para dirigirse a Bavispe, Sonora, escenario de la masacre en la que murieron seis niños y tres mujeres, de la familia LeBarón. Harán su propia investigación.

Nada más bizarro… hasta Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, lució más natural cuando fue el primer miembro del gabinete en acudir al lugar del multihomicidio y reunirse con la gobernadora Claudia Pavlovich. Subrayo: estuvo Ebrard, pero no Alfonso Durazo, el secretario de Seguridad, quien era el indicado para dar la cara.

¿Qué harán los agentes del FBI en la serranía sonorense? ¿Encontrarán algo que los investigadores mexicanos no vieron?

Es posible imaginarlos, otra vez con referencia televisiva, como los presentan en las series norteamericanas: impecablemente vestidos, pelo engominado y figura atlética, ensuciándose los zapatos lustrosos y con una pistola escuadra en la cintura, mientras observan entre los arbustos quemados, la zona donde fueron asesinadas las madres y los niños LeBarón.

Y eso es todo… porque no van a encontrar nada.

La información oficial es que ingresaron a territorio nacional desarmados, pero eso nadie lo cree. Seguramente harán interrogatorios y contarán con toda la información de inteligencia que durante décadas han acumulado los miembros de la DEA que, ellos sí, han trabajado en suelo mexicano investigando actividades de los cárteles.

¿Qué obtiene entonces el Gobierno mexicano al abrir las puertas de la frontera los agentes del FBI? Quizá es el precio más bajo a pagar, después de que la semana pasada se alzaron las voces que en medios de comunicación y en la Cámara de Representantes pidieron presencia de la milicia norteamericana en la lucha contra el narcotráfico mexicano, sobre todo para proteger la seguridad de sus ciudadanos, los que están en nuestro territorio y los que viven allá, afectados por las drogas que pasan todos los días la frontera.

Seguramente el presidente Donald Trump, que está a la espera de elementos para alimentar su discurso de campaña, estará esperando ansioso el informe que le brinden para atacar nuevamente al país y subrayar que hay un peligro inminente en la zona de colindancia entre los dos países.

Pero el trágico episodio de los LeBarón, que se combinó con el operativo de Culiacán para desnudar la estrategia de pacificación del Gobierno federal, es todavía el lado más débil de la Cuarta Transformación: el Presidente Andrés Manuel López Obrador no puede evadir las críticas y los señalamientos; no puede responder con alguna salida creativa en sus discursos a la realidad dolorosa de los muertos que se acumulan.

Queda, eso sí, su nueva petición pública: un año para que funcione la estrategia, para que la violencia se contenga y las cifras terribles de delincuencia y violencia empiecen a reducir. ¿Pero funcionará?

Algo que sí es obligado para el presidente es una revisión a fondo del gabinete de seguridad, y primero que nada, del papel que está desempeñando Alfonso Durazo. Al secretario no lo ayudan ni los agentes del FBI.

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