¿Por qué y de qué hay que defender al Instituto Nacional Electoral (INE)? La pregunta no es retórica. No son pocos los mexicanos que consideran que el INE es una institución obesa y que representa como ninguna a la burocracia dorada de este país. Una imagen, por cierto, construida desde la crítica a un sistema electoral sobrerregulado, hecho a capricho de los partidos y que reforma a reforma, sexenio tras sexenio, se fue alejando de los ciudadanos. Sobre esa crítica, el Presidente López Obrador, uno de los principales causantes de la sobrerregulación electoral y por tanto del crecimiento desmedido del Instituto, se lanzó con todo y mandó al político matancero de Bucareli, Adán Augusto López, a destazar a la institución electoral.Las instituciones del Estado siempre serán mejorables y la razón principal para estar en contra y protestar contra el famoso “Plan B” es que esta reforma no mejora a la institución, ni siquiera abarata la vida democrática del país, pues lo que hace es enviar las funciones del INE a otros organismos gubernamentales.Con todos sus defectos, el INE, como organismo autónomo del Estado, será por definición más imparcial que el Gobierno. Vamos a conceder que el INE está “tomado por los partidos”, así en plural; el Gobierno es siempre de un solo partido. Así pues, aunque el INE sea todo lo malo que dicen que es, será siempre más confiable que cualquier Gobierno en turno. Morena dice que no confía en el INE como organizador de elecciones, a pesar de que todo lo que han ganado, que es mucho en los últimos años, lo han hecho de la mano de estas autoridades electorales. La pregunta es por qué deberíamos de desear que un Gobierno, del partido que sea, tenga más injerencia en la organización de las elecciones. Una razón, si se quiere más pragmática, es que el INE es más eficiente que cualquier institución del Gobierno federal. Y para argumentarlo baste un ejemplo. Intente usted sacar el pasaporte y la credencial de elector. Son trámites muy similares que implican autentificar la identidad y emitir un documento con elementos de seguridad. El primero es gratuito (es parte del presupuesto que destinamos al INE), el pasaporte cuesta 3,780 pesos por la misma vigencia que la credencial de elector (10 años). Aun así, conseguir una cita para sacar el pasaporte en esta administración puede llevar un año; una cita para obtener o renovar el INE tarda menos de una semana. Lo único seguro es que una mayor participación del Gobierno en la organización de elecciones las hará menos confiables y más ineficientes.La razón de fondo es mucho más sencilla. Cualquier reforma electoral que nace desde arriba, cuyo origen es el poder que busca mantenerse en el poder y no los ciudadanos o el consenso de los partidos, es por definición regresiva, es una reforma que busca inhibir y no favorecer la alternancia en el poder, base de todo sistema democrático.Por estas razones, y muchas otras que cada quien pueda tener y compartir, el 26 de febrero a las 11 de la mañana, a la calle otra vez.diego.petersen@informador.com.mx