Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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El peor debate: una autopsia rápida

Por: Diego Petersen

El peor debate: una autopsia rápida

El peor debate: una autopsia rápida

El de ayer, primer debate de las campañas a la Presidencia del 2024 es, con mucho, el peor debate de la historia de la democracia en México. Las dos candidatas, Claudia y Xóchitl, y el candidato, Máynez, fueron los principales protagonistas del aburrimiento y la falta de un debate inteligente, pero sin duda la pésima producción por parte del INE abonó a que el debate fuera un fracaso: un escenario mal diseñado, problemas en el conteo del tiempo y principalmente la pésima idea de que las candidatas y el candidato debatieran sentadas, sin mimarse entre ellos, como en un concurso de televisión. 

Más allá de ello el fracaso del debate tiene que ver, me parece, con tres elementos que hay que revisar para hacer una autopsia rápida:

De la forma: Si algo tenemos que aprender del día de ayer es que hay que dejar de inventar el hilo negro en los debates. Se invirtió un montón de tiempo y dinero en seleccionar preguntas que nada abonaron a que el debate fluyera; por el contrario, fragmentó demasiado el tiempo. Los conductores, aunque tuvieron más presencia, no tienen autoridad para exigir a los candidatos que respondan. El debate, como en todo el mundo, debe ser un uno frente a otro, con un moderador que evite que se salgan de madre, que haga cumplir las reglas previamente establecidas, pero con el poder de centrar la discusión. La forma del debate es fundamental para que haya debate.

De los candidatos: En México no tenemos cultura de debate. Ayer quedó claro que nuestros políticos no saben debatir, no saben argumentar, no tienen capacidad de construir lógicamente sus ideas, o simplemente no las tienen. Las dos candidatas y el candidato centraron su discurso en pequeños e insulsos ataques, apoyados en cartulinas mal diseñadas y poco efectivas, en un guion prediseñado. En las pocas ocasiones en que pudieron colocar alguna banderilla fueron incapaces de seguir su propio argumento, dejando en claro que las ideas no eran suyas.

Del momento político: La idea de debate se anula en sí misma cuando lo que está en juego no son ideas, ni siquiera preferencias, sino identidades. Hoy se es o no se es, chairo o fifí, religiosamente cuatroteísta o furibundo anti-AMLO, liberal o conservador (paradójicamente el atributo de liberal se lo apropió un Presidente profundamente conservador y él decide quiénes son los conservadores, en oposición a sí mismo). Las identidades, como quedó claro ayer, no se debaten, se reafirman y se defienden, es el momento de las creencias, no de las ideas y eso quedó claro en el encuentro de las candidatas y el candidato ayer en el INE.

¿Alguien puede decir que ganó el debate? Sí, ganó el aburrimiento y eso favorece sin duda a la candidata oficial, Claudia Sheinbaum.

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