Sólo 92 días nos separan de las urnas. 92 días que, parafraseando a Sabina, serán como 500 noches, largos como dos cuaresmas para los candidatos que llevan la de ganar y al mismo tiempo un suspiro para quienes buscan alcanzarlos. Contrario a algunos que piensan y difunden la teoría del arroz cocinado, que para Claudia Sheinbaum y Morena la campaña será un trámite y un día de campo, nos esperan días donde muchas cosas pueden pasar en la elección de Presidente y en las elecciones legislativas y de gobernadores. Si algo han mostrado las encuestas en los últimos años en todo el mundo es su cada vez menor capacidad predictiva. ¿Qué puede cambiar una elección aparentemente tan definida? Fundamentalmente tres cosas.La primera es que la candidata de oposición. Xóchitl Gálvez, encuentre un discurso hacia adelante, creíble y sobre todo consistente. La campaña que ha emprendido el PRI que, en resumidas cuentas, dice que estábamos mejor cuando estábamos peor, que ellos como gobernantes tenían “defectos” pero no tantos como Morena no ayuda a construir una opción de futuro. El discurso soso y plano del PAN tampoco emociona a nadie. O la campaña de Gálvez arranca con un discurso que emocione o no habrá domingo de resurrección a finales de marzo.El segundo elemento es, por supuesto, el cierre de la gestión de López Obrador. Contrario a lo que se pensaba, en los últimos meses el desgaste del Gobierno ha sido enorme, aunque no se haya reflejado aún en la popularidad presidencial. Problemas de seguridad, los pésimos resultados en la gestión de la salud pública y la corrupción en el primer círculo del Presidente son tres frentes abiertos que podrían reventar en cualquier momento. Hasta ahora ningún escándalo ha sido suficientemente fuerte para cambiar las tendencias. El tercer elemento es aún más imprevisible: el ánimo social. Hoy por hoy, la mayoría de los mexicanos percibe que su situación está mejor y no hay un ánimo de cambio. Eso favorece sin duda a la candidata del oficialismo. Sin embargo, en las ciudades, en el voto urbano, ese ánimo es más débil o si se prefiere mas fluctuante. Un mal manejo de la crisis del agua, un problema de seguridad que golpee a las clases medias o un escándalo mediático de grandes proporciones pueden mover el ánimo y la elección.Hoy comienza la cuenta regresiva.diego.petersen@informador.com.mx