Así llamaron los antiguos a los días de Semana Santa, toda vez que Pasión es sinónimo de padecer, y en ella se recuerda el padecimiento de Cristo. Los hechos son referidos por los cuatro autores de los evangelios, quienes en muy poco espacio pasan revista a todas las reacciones del ser humano cuando se ve en situaciones extremas: miedo, odio, soborno, traición, aturdimiento, chantaje, manipulación, banderías, fanatismo, cálculo, astucia, ambición, indiferencia, pero también honestidad, audacia, valentía, sinceridad, heroísmo, compromiso, lucidez. Es muy admirable que en unos cuantos versículos se haya puesto a la vista una tan compleja red de sentimientos y actitudes.Pasión es entonces un termino complejo, también los adversarios de Cristo la sufren, es la pasión de los sumos sacerdotes, de fariseos y saduceos, a quienes les urge deshacerse de este profeta que pone en riesgo cuanto han construido, es la pasión de las autoridades romanas cuya presencia en Israel es frágil, y puede afectarse si con ocasión de estas polémicas religiosas surgen revueltas más serias.Días de pasiones desbordadas, de ansiedades y angustias extremas, de oportunidades que deben aprovecharse y por momentos parecen esfumarse, por lo mismo nadie piensa en horas hábiles, en esos momentos toda hora es buena, así sea la madrugada del jueves. Tampoco importa violentar las normas, Jerusalén y Roma hacen caso omiso, lo importante es ganar el juego a toda costa.También y desde la más remota antigüedad cristiana, los días de la Pasión de Cristo han sido vistos como el reflejo de lo que la gente misma padece, el sufrimiento cotidiano, la amenaza de los elementos naturales, las acechanzas de envidias y ambiciones, el ser traicionado o engañado, vivir la manipulación, la violencia, la impotencia ante la injusticia.Días de pasión de miles de gentes haciendo colas interminables para vacunarse porque las autoridades son incapaces de organizar las cosas con civilidad, porque viven todos bajo el prejuicio de que la vacuna es “gratis”, y lo gratis hay que recibirlo como venga; porque se activa el síndrome carencial mexicano que hace pensar a las personas que se va a acabar, que “no vamos a alcanzar”, lo cual, dramáticamente es cierto.Días de pasión de el infinito número de aspirantes a puestos públicos, los elegidos ufanos, pero no por ello menos temerosos, los rechazados, buscando reacomodos de última hora, la política partidista abriendo su tianguis trienal, premiando lealtades, no capacidades, vendiendo curules al mejor postor, y las sectas movilizadas para cubrir las vacantes a cambio de garantizar votos corporativos.Días de pasión en el mundo delincuencial, destruyendo cámaras de vigilancia que no son capaces de captar a sus agresores, y si los captan, de poco sirve. Capos asegurando puestos públicos para su gente en cuanto municipio tengan bajo su control, negociando protección lo mismo si se da o si se recibe, o, trágicamente asesinando candidatos.Días de pasión que han sido meses y años en un estado y en un país donde las desapariciones forzadas siguen activas, donde los familiares hacen su viacrucis buscando con pico y pala nuevas fosas clandestinas, o andan explícitamente “de Herodes a Pilato”, de la Fiscalía al Palacio de Gobierno, padeciendo el agravio de la impunidad y la ineficiencia.armando.gon@univa.mx