El pragmatismo político a ultranza del Presidente Andrés Manuel López Obrador le hizo olvidar toda la agenda por la gobernabilidad democrática por la que luchó por años, primero desde el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y luego desde el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), cuando pasó por sus dirigencias nacionales.Luego de la primera elección presidencial que perdió en 2006 y en la que asegura le hicieron fraude para entregarle la Presidencia al panista Felipe Calderón, y seis años después que reclamó falta de equidad en la contienda del 2012, cuando perdió ante el priista Enrique Peña Nieto, se lograron reformas electorales que endurecieron las reglas de la competencia entre los partidos políticos, que aunque excedidas, ciertamente contribuyeron a poner piso parejo y avanzar en la consolidación democrática del país.Por eso es tan paradójico que el mayor impulsor y beneficiario de aquellas reformas como es López Obrador, hoy desde el poder haya intentado primero destruir al Instituto Nacional Electoral (INE), que es fruto de otras luchas previas por la democracia en México, y ahora haya echado a andar una contienda interna para elegir al candidato presidencial de Morena violando los tiempos electorales, bajo la simulación de una competencia para ver quién es la o el “coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación”. Con esa maniobra, a todas luces ilegal, el propio AMLO pasó a dinamitar las reglas para conquistar el poder que los propios partidos políticos que él ha dirigido lograron desde la oposición, con los partidos dominantes en el poder, autoridades y sociedad. Ese mal ejemplo tenía que cundir, y estamos ya en una especie de tránsito a la ilegalidad en la competencia política, al pasar del piso parejo que él tanto exigió al delito parejo que busca la oposición en una reacción tardía.Prueba de ello es el anuncio hecho ayer por la alianza opositora Va por México, integrada por el PAN-PRI-PRD, de que será el próximo lunes 26 de junio cuando dará a conocer su método para elegir a su candidato presidencial, de entre ocho aspirantes, dos de cada partido y dos postulados por organizaciones de la sociedad civil.A nadie parece importar ya que la Ley electoral vigente marca septiembre como el inicio de la contienda y la tercera semana de noviembre para que arranquen las precampañas.Con el arranque de los tours de las “corcholatas” morenistas se rompió el principio de equidad y por eso la oposición está resuelta también a violar la Ley por mera sobrevivencia, mientras el INE morenizado de Guadalupe Taddei Zavala hace las veces de florero. En nada conviene a la incipiente democracia en este país que aún sin iniciar el juego, el árbitro electoral esté ya nulificado, así que ojalá despierte y ponga orden antes de que sea demasiado tarde y la competencia electoral que viene sea un caos.jbarrera4r@gmail.com