El desacierto y falta de empatía con las víctimas y sus familias mostrado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con su muy desafortunada expresión del miércoles pasado, con la que, con una insensibilidad de elefante, trató de minimizar el desplante mafioso ocurrido en Chiapas donde el crimen organizado secuestró a todo un camión que transportaba a 17 trabajadores y funcionarios de la Fiscalía estatal, a los que mantienen cautivos, se agigantó ayer por los episodios violentos que volvieron a poner en evidencia cómo en muchos territorios del país tenemos ya un Estado fallido.Aunque trató ayer de corregir al darle la seriedad debida al caso, las familias afectadas quieren del Presidente una disculpa pública por haber bromeado que acusaría a los narco-raptores con sus mamás y abuelas, y mezclar esa tragedia con su comentario del muñeco Amlito que habla con su voz.Destaca el asesinato del fundador y ex líder de los grupos de autodefensas hace una década en Michoacán, Hipólito Mora Chávez, en el municipio de Buenavista, en la comunidad Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, a manos de un numeroso grupo de sicarios que utilizaron armas de grueso calibre para asegurar matarlo pese a viajar en una camioneta blindada que terminaron incendiando para obligarlo a bajar y acribillarlo. Mataron también a los dos escoltas que le habían asignado por amenazas de muerte previas.Pero también el asesinato del coordinador del Partido Verde en la Costa Chica de Guerrero, Jesús González, quien tras haber sido privado ilegalmente de su libertad cuando salía de su casa en el municipio de Copala el miércoles pasado, ayer apareció muerto con el rostro desollado.Sus voces se escucharon ayer en los noticiarios radiofónicos y televisivos donde se repitieron sus denuncias y las amenazas recibidas que habían difundido por sus redes sociales hace apenas unos días.Hipólito suplicaba al Gobierno acudir a su comunidad para detener a los grupos del crimen organizado que tienen asolada su comunidad, para poner freno a los que cobran piso por la operación de cada vez mayores actividades económicas; la única respuesta que recibió del Gobierno estatal fue que se quedara en Morelia y no fuera a La Ruana, por las amenazas recibidas.Jesús denunciaba que la alcaldesa de Copala le había enviado hombres armados para advertirle que debía dejar su actividad política si no quería morir, y hacía responsable de su seguridad y de su familia a esa presidenta municipal, quien ayer mismo negó esos señalamientos.Sin embargo, sus peticiones y denuncias encontraron oídos sordos en sus municipios, en sus estados, en su país. Clamaron por ayuda, pero ayer fueron asesinados.Nada que ver la voz de Amlito con las voces de estos muertos cuyos reclamos no hicieron que la autoridad moviera un dedo para combatir la impunidad narca.jbarrera4r@gmail.com