La señora Vilchis, encargada de la sección Quién es quién en las mentiras de cada miércoles, nos regaló otra de sus joyas. Confieso que eso que en algún momento me pareció una perversidad, usar el poder de la tribuna de la mañanera para descalificar periodistas, a la larga ha resultado una gran comedia, no por involuntaria menos divertida, y no por divertida menos preocupante. Queriendo defender el ejercicio gubernamental del presidente López Obrador, la señora termina por crucificarlo cada semana. La comedia, sin embargo, se desvanece cuando vemos que detrás de estás piruetas mentales hay dos temas sumamente delicados para el país: la corrupción, que cambió de manos y formas, pero sigue ahí, y la falta de compromiso con el medio ambiente. La Mañanera de ayer fue un joya filosófica. Por un lado, la señora Vilchis nos regaló la máxima de “no es falso, pero no es verdadero”, creando una categoría intermedia, algo así como “falsodero”, y por el otro, el presidente que nos recetó “una piña” de antología, al decir que el plan de reforestación de la reunión de cambio climático COP-26 salió del programa Sembrando Vidas. Confundir un programa social de siembra de granos, árboles frutales y algunos maderables con reforestación es, por decir lo menos, perverso, más cuando se han documentado casos de tala de bosque o selva para generar cultivos de frutas o maíz con beneficio del programa Sembrando Vidas. El subsidio al campo es indispensable particularmente para las personas más pobres de las zonas rurales. La única forma de mantener selvas y bosques y una agricultura sustentable es que exista una transferencia real de recursos de la ciudad al campo, pero eso poco o nada tiene que ver con el programa social que tanto presume el presidente. Por otro lado, la corrupción que vos matáis cada mañana goza de cabal salud. Está en los nombramientos, en la asignación de obras, en las compras, en las campañas de todos los partidos políticos, en los programas sociales, en la familia del presidente. El índice de World Justice Proyect, ese que no es falso, pero no es verdadero, y que ubica a México entre los países con mayor corrupción en el mundo, lo que nos muestra es que en tres años el avance en materia de corrupción es, en el mejor de los casos, imperceptible.Algo anda muy mal cuando el humor es involuntario, cuando el chiste no está en la inteligencia o la genialidad de la frase, sino en la torpeza verbal o en la abierta falsedad del dicho.diego.petersen@informador.com.mx