Ya en la evaluación de los primeros 100 días de Gobierno de Enrique Alfaro, consignaba aquí lo que consideré un inicio lento y errático, lleno de sobresaltos y que contrastaba sobre todo con aquel exitoso arranque del Gobierno municipal de Tlajomulco en el 2010, e incluso con el de Guadalajara en el 2015, a pesar de ya no haber logrado en la administración de la capital tapatía, el brillo de aquella experiencia inicial de Gobierno.Lo sucedido en el segundo trimestre y en lo que va del tercero, sobre todo con los frentes abiertos la semana pasada con la forma de gestionar el alza a la tarifa del transporte público y sus protestas, y la creación de una Policía Metropolitana que no lo es, por la ausencia de Tlaquepaque, es muestra clara que lejos de corregir, el Gobierno alfarista sigue con el rumbo extraviado.El primer trimestre del Gobierno alfarista estuvo marcado por más episodios negativos que positivos, que consumió a una velocidad insospechada la popularidad de un político que encabezó uno de los más grandes fenómenos electorales en la historia de Jalisco, que llevó al partido Movimiento Ciudadano a desplazar al PRI y al PAN y convertirse en la primera fuerza política en menos de una década.Con esa conquista tan inmediata del poder, los Tlajomulco Boys parecieron haberse deslumbrado y desconcentrado para atender los retos que eran mucho mayores a los que se enfrentaron en aquel municipio.Esa pérdida de sensibilidad y liderazgo, e incluso soberbia manifestada claramente en la intolerancia a la crítica y la disidencia, hizo que aún antes de iniciar la administración estatal, el gobernador electo se excediera en el tono de confrontación con AMLO, el Presidente más popular de la historia, y descalificara la postura de organizaciones feministas que se oponían a la desaparición del Instituto de la Mujer. En ambos temas hubo una tardía reconsideración que le provocó un primer gran desgaste en su imagen y que se reflejó en las primeras encuestas de aceptación, que lo han tenido siempre a media tabla entre los gobernadores del país. Al segundo semestre lo marcó sin duda la gran polémica por la licitación bajo sospecha del programa “Refundación A Toda Máquina”, por más de 3 mil 600 millones de pesos, que investiga el Sistema Estatal Anticorrupción y que ha sido denunciada en la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación, así como por el tema de la Presa El Zapotillo, aceptado por unos, pero criticado sobre todo por los pobladores de Los Altos a quienes Alfaro prometió no inundar sus pueblos.La irritación social mostrada este fin de semana en las redes sociales, en las que antes era altamente respaldado, llegó a convertir en tendencia la exigencia de la renuncia del mandatario estatal por el alza a las tarifas del transporte y las lesiones causadas por la policía a uno de los manifestantes que protestaron por ello; y los contratiempos con los que se anunció la creación de la Policía Metropolitana, sin el concurso de Tlaquepaque y en medio de una escalada de inseguridad y violencia expresada ese mismo día con el asesinato de un Fiscal Regional, deben obligar al primer círculo del alfarismo a revisar qué los hizo perder la brújula y reconsiderar decisiones y actitudes que les vuelva a dar la posibilidad de cumplir su responsabilidad y sus compromisos con los ciudadanos.jbarrera4r@gmail.com
