La Universidad de Guadalajara (UdeG) vive un riesgo real de inestabilidad por uno de los problemas más arraigados y también ignorados dentro de la institución: las prácticas de acoso y abuso contra mujeres, sean estudiantes, académicas o trabajadoras.Aunque no figuró entre los objetivos centrales de trabajo para su joven gestión, se está convirtiendo rápidamente en uno de los conflictos latentes que debe atender el rector general de la segunda universidad pública más grande del país, Ricardo Villanueva Lomelí.Villanueva no ha sido, en el conocimiento popular, un hombre de carrera académica. Los tapatíos y los jaliscienses lo tienen presente más como un personaje político.Hace pocos años compitió, sin fortuna, por la presidencia municipal de Guadalajara. Antes, había sido uno de los más poderosos secretarios del gobierno de Jorge Aristóteles Sandoval, como titular de la Secretaría de Planeación, Administración y Finanzas.Cuando el futuro rector de la UdeG era el influyente encargado de administrar los recursos en el gobierno estatal, llegó a este columnista una denuncia documentada y detallada de acoso sexual contra una trabajadora de la dependencia que él encabezaba.El asunto, como suele acontecer, partía de un funcionario bien conectado, con cómplices en diferentes puestos; su víctima, en cambio, era una mujer que sólo podía defenderse con su trabajo cotidiano. Pero él estaba decidido a satisfacer sus deseos de macho dominante y para lograrlo presionaba y amenazaba.Le hice llegar al secretario Villanueva información sobre lo que ocurría y efectivamente, giró algunas órdenes. El agresor fue removido, pero no despedido. Ella siguió siendo víctima, a distancia, de las amenazas y acabó por renunciar a su plaza como trabajadora del Gobierno estatal.Una entre muchas historias similares. Han ocurrido siempre. Pero las mujeres no protestaban antes de forma masiva.Hoy las cosas están cambiando y Ricardo Villanueva, junto con la estructura directiva en la Universidad de Guadalajara, enfrenta el reto del acoso y el machismo dentro de la institución educativa.Apenas la semana pasada, estudiantes de la Preparatoria 1 denunciaron a un profesor por acoso y tocar a una estudiante. El director le pidió a la estudiante que “no hiciera grande” el problema.En medio del escándalo, el defensor de los Derechos Humanos en la UdeG, Dante Haro, intervino para solicitar una separación inmediata del docente, mientras investigan las denuncias.Pero el caso se repite en muchas escuelas preparatorias y centros universitarios... La población total de la UdeG rebasa las 300 mil personas y el nuevo defensor de los derechos humanos en la casa de estudios tiene sólo una veintena de colaboradores y siete millones de pesos por año como presupuesto.Lo dicho: urge revisar prioridades en la atención de un problema que ha estado siempre ahí y que puede convertirse en una crisis.Las mujeres no están dispuestas a permitir más abusos.El rector Villanueva sabe si sólo gira algunas órdenes o entra a fondo al reto. (jonasn80@gmail.com / @JonasJAL)
