Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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AMLO, el terco

Por: Jaime Barrera

AMLO, el terco

AMLO, el terco

“Ustedes saben bien que soy muy terco”, ha repetido el Presidente Andrés Manuel López Obrador en sus mañaneras. Ayer lo demostró con creces al rendir su primer informe trimestral del 2020, que pudo emitir desde su despacho presidencial, pero que optó, en un desplante de poder, hacerlo en solitario desde un atril en el patio del Palacio Nacional.

Ni su peor momento de popularidad reflejado en encuestas en las que ya está por debajo del 50 por ciento de aprobación, ni la situación extraordinaria que atraviesa el planeta y el país por la contingencia del coronavirus le dieron a AMLO una dosis de flexibilidad que le hayan podido restituir algo del liderazgo perdido al mostrarse abierto y receptivo a las peticiones de diversos sectores, especialmente del empresarial.  

El Presidente ignoró los planteamientos de la iniciativa privada hechos en desplegados públicos toda la semana pasada, en los que solicitaban prórrogas para pago del Impuesto Sobre la Renta, entre otros apoyos extraordinarios con el fin de poder mantener el pago a sus empleados en giros de industrias cerradas para mitigar los contagios del COVID-19. Lo único que les concedió fue su promesa del pago puntual en la devolución de impuestos. Nada especial, por ejemplo, para la industria turística y de recreación que está prácticamente paralizada.

No hubo, pues, el golpe de timón que muchos esperaban. Sus detractores de inmediato lo denostaron en redes de ser un Presidente debilitado y empequeñecido, no a la altura del reto de la pandemia.

Seguramente López Obrador daba ese escenario por sentado. Por ello lejos de inaugurar un discurso conciliatorio y de convocatoria a un pacto social amplio ante la emergencia, su discurso volvió a incluir el reproche a sus adversarios y “conservadores”, que esperaban escuchar un plan de reactivación económica de receta neoliberal que incluyera deuda, rescates de bancos, privilegios fiscales, despidos, reducción de salarios y convertir deudas privadas en públicas.

Así, López Obrador salió ayer, como sale todas las mañanas, a hablarle a los suyos. A su base electoral que ve en los más pobres de este país. Por eso volvió a enlistar y a anunciar la ampliación presupuestal a sus programas sociales para los adultos mayores, para los niños pobres con discapacidad, para las becas para estudiantes de pocos recursos, los empleos que generará el programa Sembrando Vidas y sus apuestas del Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía. Esta inversión pública, dijo, junto con la austeridad de su gobierno, a la que ayer sumó la cancelación de aguinaldos para los altos funcionarios federales, eran la base de su programa para hacer frente a la contingencia sanitaria.

Fue, pues, el AMLO de siempre ante una contingencia inédita y que él ve sólo como una “crisis transitoria”. Por el bien del país, ojalá, parte de toda esta narrativa sea certera, y no errática y falsa como lo fue la parte en la que afirmó que el tren que iba de “Guadalajara a Zapopan”, olvidándose de que llega hasta Tlaquepaque, está ya terminado, cuando aquí sabemos que esa obra está aún lejos de servir a la ciudadanía.

jbarrera4r@gmail.com
 

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