La decisión de posponer hasta el lunes dos partidos de la primera jornada del Torneo de Apertura, tras más de 100 días de receso desde la abrupta interrupción del Torneo de Clausura precedente, confirmó las previsiones de que la incipiente será una campaña irregular, cuyo desarrollo iría en consonancia con la viejísima canción de “La Burrita”: “Dos pasitos p’adelante y otros tantos para atrás...”.*Que se hayan reportado casos positivos de COVID-19 en varios equipos, precisamente en vísperas del arranque del torneo, demuestra que la amenaza del virus está latente. Independientemente del esmero que se tenga en la aplicación de las medidas profilácticas, ninguna es infalible; ninguna representa una garantía de inmunidad para quien las incorpore a sus hábitos.Tampoco es exactamente, como se ha sugerido por ahí, que el afán y aun la premura por impedir a cualquier precio el naufragio absoluto de los intereses económicos relacionados con la industria del futbol espectáculo, llegaran al extremo de desdeñar el aspecto sanitario del problema... Si paralizando por completo una actividad que involucra directamente a cientos de personas (jugadores, técnicos, auxiliares, dirigentes, empleados de los clubes, medios de comunicación...) e indirectamente a millones (los aficionados) se extirpara definitivamente al virus, es probable que el sacrificio valiera la pena. Pero como no es así, habrá que convenir en que es imperativo buscar fórmulas que permitan conciliar la necesidad de reanudar gradualmente todas las actividades, con el interés primordial de cuidar la salud: la traída y llevada “nueva normalidad”.*Al optar por la reanudación de la actividad futbolera, sin público en los estadios, los dueños de la pelota aceptaron, primero, el sacrificio económico implícito en esa modalidad. Aceptaron, después, el riesgo de tener que prescindir de los jugadores o entrenadores que dieran positivo en los exámenes a que se les sometería sistemáticamente, para reducir el riesgo de que contagien a sus compañeros y/o adversarios.Se aceptó, por tanto, la posibilidad de hacer modificaciones al calendario, de conformidad con las circunstancias. Que al riesgo de las lesiones o castigos a los que todos los jugadores y todos los equipos están expuestos, se sumaría un enemigo más -el virus-, al que hay que someter mediante la marca personal -los cuidados que son del dominio público-..., pero que, como los jugadores extremadamente habilidosos, al menor descuido nos clava el gol con que se pierde el partido.
