¿A qué se atiene la relativamente flamante Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales para “condenar”, primero, el Reglamento de Competencia que impide al vencedor de la Final de la Liga de Ascenso, en efecto, ascender, y “solicitar”, a continuación, reconsiderar las disposiciones a partir de las cuales se ha jugado el campeonato que está por concluir, y se permita al campeón participar desde la próxima temporada en la Primera División…?Obviamente, a cuestiones sentimentales. No a consideraciones jurídicas, legales o reglamentarias. Ni, mucho menos, a las que más impacto pudieran tener, en un momento determinado, en el ánimo de los dirigentes de la Federación en cuyas manos estarían las enmiendas o rectificaciones que se le solicitan: cuestiones económicas.*Lo dijo muy claro el presidente de la Liga MX, Enrique Bonilla, el domingo, en el entorno en que contrastaban la euforia de dirigentes y jugadores de los Cafetaleros de Tapachula, y la frustración de sus pares de la Universidad de Guadalajara: ni los Cafetaleros, ni los Alebrijes de Oaxaca con los que disputarán quizás el título más intrascendente y más descafeinado de que se tenga memoria en la historia del futbol mexicano, cumplen con los requisitos para jugar en Primera División.Más allá de la burla implícita en que se denomine “Liga de Ascenso” a una en la que sólo media docena de los 16 participantes podrían ascender, la cuestión medular estriba en que, aberrante, disparatado y cuanto se quiera y mande, el Reglamento era del pleno conocimiento de todos los participantes. La Ley es la Ley. Nadie, por tanto, puede llamarse a engaño… En consecuencia, argumentar que los jugadores de Cafetaleros y Alebrijes “han dado su mejor esfuerzo”; que el anticlimático desenlace “resta valor deportivo” al certamen; que coarta “la ilusión de participar en la Primera División” y con ello los beneficios que ello puede significar en la carrera de los jugadores, se queda en el terreno de la literatura químicamente pura.*El meollo del asunto estriba, muy probablemente, en que si bien es cierto que la suspensión del descenso en las próximas temporadas lleva la intención de aumentar a 20 el número de equipos de Primera División, ni Oaxaca ni Tapachula están consideradas entre las plazas más deseables para sumarse al llamado “máximo circuito del futbol mexicano”, por múltiples razones —históricas, geográficas, deportivas—… pero, principalmente, de orden económico.En efecto: “Poderoso caballero…”.