Más allá de las consideraciones sobre las perspectivas de los cuatro equipos sobrevivientes, que a partir de hoy disputarán las semifinales del Torneo de Apertura; más allá de las discusiones bizantinas sobre los motivos por los que Santos Laguna -campeón defensor- y “Tigres” salieron de la fiesta después de la primera tanda; más allá de los pronósticos y de la posibilidad de que Cruz Azul y América vuelvan a ser protagonistas de una final, hay un tema que se toca poco... quizá porque los aficionados han acabado por ver con naturalidad lo que es, a todas luces, una anomalía: la invasión de jugadores extranjeros, institucionalizada en el futbol mexicano.*La historia del futbol profesional en México consigna que los roles estelares, casi siempre, han correspondido a jugadores importados…Desde Regueiro, Vantolrá y demás, en los tiempos del España y el Asturias, hasta Gignac, hoy en día, pasando por los Cabinho y Cardozo que ejercieron como reyes del gol durante mucho tiempo, y por los Marín y Reynoso, legítimos portaestandartes de equipos que hicieron época, las individualidades que de manera más notoria marcaron diferencia a favor de las escuadras en que militaron, llegaron del extranjero. Hay mil ejemplos.Las obligadas excepciones serían la figuras del Guadalajara -precisamente por su filosofía nacionalista- en las campañas en que se proclamó campeón: los Reyes, Héctor, Sepúlveda, Calderón, Quirarte, Galindo o Bautista, por poner algunos botones de muestra.*Se comprende que el acertado sistema de competencia aplicado en el futbol mexicano se traduzca en buenas entradas en los estadios, patrocinios y derechos de transmisión... y, a la postre, en el auge económico que permite a los clubes buscar en el extranjero el talento que cuesta más trabajo descubrir y cultivar, y más dinero pulir y desarrollar en México.Eso explica que en el Cruz Azul, por ejemplo, Corona, Aldrete, Baca, Alvarado y Elías Hernández compitan en minoría con Aguilar, Marcone, Mena, Méndez, Caraglio, Cauteruccio y demás. Que, en el América, Álvarez, Aguilar, Martín y Peralta hagan otro tanto ante Valdez, Marchesín, Uribe, Rodríguez, Martínez y demás. Que Montes, Gallardo y Pizarro apenas pinten en el Monterrey de los Barovero, Basanta, Medina, Vangioni, Pabón, Avilés Hurtado, Funes Mori, etc. O que Arribas, Malcorra, González, Alustiza, Mora, Rodríguez y compañía, en “Pumas”, sean mayoría aplastante sobre los Saldívar, Barrera, Quintana y alguno más.Lo explica, reiterémoslo… pero no lo justifica plenamente.