Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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- Zona “turística”

Por: Jaime García Elías

- Zona “turística”

- Zona “turística”

Hay cantinas que forman parte del inventario turístico de las ciudades en que se encuentran. El legendario bar –actualmente museo— de Perico Chicote en Madrid, por el que desfilaron celebridades de la ciencia (Alexander Fleming…), la literatura (Jacinto Benavente, Ernest Hemingway…), el cine (Ava Gardner, Sophia Loren, María Félix…), la política (el presidente Eisenhower, los príncipes Grace y Rainiero de Mónaco…), etc.; el Panteón Taurino del “Chato” Guerra en León, Guanajuato; dos o tres de Guadalajara que, al decir de los más ancianos de la comarca (y de algunos entendidos en la materia), gozan de cierta prosapia…

-II-

El caso es que, en lo que los restauranteros de la Avenida Chapultepec y las autoridades municipales de Guadalajara “trataban en conferencia” –como Micifuz y Zafirón, los gatos escrupulosos de la vieja fabulilla de Samaniego—  si sería pertinente o no autorizar el consumo de bebidas alcohólicas durante los partidos del inminente Mundial de futbol en los bares que proliferan en esos rumbos, salió la noticia de que se realizan gestiones para declarar “Turística” a la zona referida.

Con declaración o sin ella, es probable que los antros –como ahora se les denomina genéricamente— y similares de la antigua Avenida Lafayette y anexas, hayan superado el éxito que tuvieron, en tiempos pretéritos, los tugurios “de rompe y rasga” que se extendían desde el barrio de San Juan de Dios hacia el oriente de la ciudad. Sin embargo, también es probable que dichos abrevaderos (sin ánimo de ofender) tengan entre sus habituales parroquianos, más lugareños que turistas, y que estos últimos difícilmente encontrarán mayores atractivos en la zona.

-III-

Sin perjuicio del encanto que aún conservan las añejas residencias que modificaron su original vocación habitacional –por no decir, como los más radicales, que se prostituyeron— para ganarse la vida, el antiguo señorío de la zona ha venido sensiblemente a menos. Actividades que se han institucionalizado, como el “tianguis cultural” de los sábados, las clases de danzón, los skatos –reminiscencias de “las patinadas” de hace casi un siglo— o las exposiciones fotográficas en el extremo sur del camellón, más o menos exitosas como son, poco aportan, en el fondo, como atractivos turísticos propiamente dichos.

Con lo cual, mientras las autoridades y los mismos empresarios interesados en hacer de la zona algo más que la cantina más grande de Guadalajara, el proyecto de beneficiarla con la clamorosa declaración que se pretende, parece, de momento, “muy cuadrado para aguacate… y muy redondo para huevo”.

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