Viernes, 20 de Septiembre 2024

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- Saqueos

Por: Jaime García Elías

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¿De qué se trata…? Si la inseguridad en México alcanza niveles particularmente agudos, hacia allá deberían orientarse, en teoría, de manera prioritaria, los afanes de las autoridades. En función de esa preocupación social generalizada, con el aval de la representación popular -allá la Cámara de Diputados, acá el Congreso del Estado- se han tomado decisiones “trascendentales”: la unificación de las antiguas policías militar, naval y federal en la flamante Guardia Nacional, y, a nivel local, la intermunicipalización de las corporaciones policíacas de todos los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

-II-

Si esos cambios, como todos los que se hacen en la vida, se hicieron con la intención de mejorar un estado de cosas preocupante, por decir lo menos, sería deseable que los hechos demostraran que así es; que si los fenómenos delincuenciales tienden a crecer, las nuevas o reestructuradas dependencias encargadas de combatir delitos y perseguir delincuentes, mostraran avances en la tutela de la seguridad pública.

Es totalmente discordante, en esa tesitura, una nota como la difundida ayer a nivel nacional: la intervención de personal de la Secretaría de la Defensa Nacional -soldados, pues- para enfrentar, la noche del sábado, a “una turba de civiles” que detuvo y comenzó a saquear un tren (de carga), en la comunidad de Llave, a inmediaciones de San Juan del Río, Querétaro. Los soldados “invitaron” a las 50 personas que habían abierto los contenedores y procedían al saqueo -no se especifica la naturaleza de la carga- “a desistir de su actitud y a retirarse del lugar”. La respuesta inicial consistió en agredir a los militares con palos, piedras y botellas de vidrio. El comandante de la tropa consiguió dispersar a los civiles “haciendo disparos hacia el suelo”... A la postre, tres soldados sufrieron heridas “corto-contundentes”, y dos civiles presentaron heridas por proyectil de arma de fuego.

-III-

Ni los boletines ni las notas de prensa, por tanto, consignan que se hubiera detenido siquiera a alguno de quienes, ostensiblemente, cometían, en flagrancia, diversos delitos: asociación delictuosa, asalto, robo, resistencia a la autoridad, lesiones…

Como en todos los casos precedentes, las “órdenes superiores” se acataron puntualmente: hacer “uso gradual” de la fuerza para salvaguardar la vida y la integridad física de los soldados; respetar los derechos humanos de los particulares; no reprimir al pueblo (“bueno y sabio”, desde luego), tanto si actúa en la modalidad de “crimen organizado” como si lo hace en la de “desorganizado”.

Colofón: ¿Misión cumplida…?

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