Martes, 08 de Octubre 2024

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- Profetas de desastres

Por: Jaime García Elías

- Profetas de desastres

- Profetas de desastres

La necesidad extrema es el caldo de cultivo predilecto de la delincuencia. Tienen razón, por tanto, los observadores de fenómenos sociales, y en particular los especialistas en temas relacionados con la seguridad, al vislumbrar que la incidencia de delitos de carácter patrimonial -robos, secuestros, extorsiones...- pudiera incrementarse en el segundo semestre de este año. Y el temor de que ese triste augurio se cumpla en la Ciudad de México, particularmente, puede hacerse extensivo, guardadas todas las distancias, a los mayores núcleos urbanos del país. A Guadalajara, por ejemplo.

-II-

El fenómeno sería consecuencia del impacto económico generado por la pandemia del COVID-19. Un recorrido, a vuelo de pájaro, por los centros o corredores comerciales (Obregón, Juan Manuel, Pedro Loza...) de la ciudad, permite darse una idea de las precarias condiciones en que quedaron las familias que laboraban en los cientos de negocios que cerraron sus puertas, que difícilmente las reabrirán en el corto plazo, y que más difícilmente aún volverán en breve a la normalidad pretérita. Otro tanto sucede con los cruceros en que grupos de músicos o meseros que se quedaron sin empleo al cerrar abruptamente sus centros de trabajo, ofrecen refrescos o botellas de agua, o simplemente solicitan “una ayuda” a los automovilistas.

Esa “ayuda” no puede prolongarse indefinidamente. Nunca será solución radical a la crisis, por tanto. Hay quienes pronostican que tomará una década reconstruir lo que la presente pandemia ha destruido... y lo que destruirá todavía.

-III-

Los autores de tales augurios y previsiones no los elaboran ni los difunden con la intención de pasar a la historia como profetas de desastres, sino de que se tomen medidas, si no para evitarlas, sí para reducir, al menos, conductas como las que se producirán, no precisamente por la maldad de las personas, sino porque, como se apuntó al principio, la necesidad extrema es el caldo de cultivo predilecto de la delincuencia.

Si el lado amable de la pandemia ha consistido en que la incidencia de los delitos patrimoniales ha descendido, conforme la gente vuelva a la calle (la natural oscilación del péndulo...), habrá más oportunidades para los delincuentes.

En todo caso, el remedio no consiste en poner más policías en la calle -en la hipótesis de que los policías fueran la encarnación misma del orden y la decencia-, sino en tomar medidas para recuperar la mayor cantidad posible de los empleos que en los últimos cuatro meses se perdieron.

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