Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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- La tempestad

Por: Jaime García Elías

- La tempestad

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 Pues sí: las circunstancias mandan. Las circunstancias –la crisis social, sanitaria y económica causada por el coronavirus, concretamente— generaron un nivel de atención al mensaje del Presidente López Obrador, ayer, mayor, seguramente, al que históricamente ha dedicado el pueblo de México a sus gobernantes. Interesaba tomar nota de las medidas que se tomarán para hacer frente a las diversas y complejas implicaciones de la contingencia, y de la ruta crítica que se seguirá para sortear el bache y volver a la normalidad.

-II-

Hubo, de antemano, sugerencias de diversos sectores de la sociedad. Por parte del Fondo Monetario Internacional, medidas orientadas al rescate de las empresas –generadoras de riqueza y fuentes de empleo por sobre todas las cosas— y contratación de deuda pública para paliar el coletazo económico de la crisis; por parte del sector empresarial, fórmulas que permitan mantener el empleo “en lugar de mantener obras faraónicas y apoyos de subsistencia” como los “programas sociales”.

La respuesta, en ambos casos, fue un “no” rotundo… De hecho, la primera parte del “V Informe Trimestral” ofreció incrementar las “Tandas para el Bienestar”, y mantener y aun acrecentar los apoyos económicos directos creados por la actual administración (y elevados ya a rango constitucional) a favor de los sectores sociales más desprotegidos. Ni un paso atrás al Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya. Luz verde a los proyectos relacionados con refinerías, a sabiendas de que su obsolescencia está a la vuelta de la esquina por la inercia mundial en pos de nuevas fuentes de energía.

-III-

Que México sea, hoy, después de la India, el país con menos contagios y defunciones a consecuencia del coronavirus, no garantiza que esa posición privilegiada vaya a mantenerse, ni es prueba plena de que se tomaran todas las previsiones pertinentes… ni de que se disponga de la infraestructura hospitalaria y humana suficientes para hacer frente a la fase más aguda de la contingencia.

Augurar que la crisis será “temporal, pasajera, transitoria”, es una perogrullada. Insistir en las alusiones despectivas –por justas que puedan ser— a los malos gobiernos del pasado, a estas alturas de la película y a la vista de las circunstancias, es ocioso… Más allá de las reiterativas invitaciones a sonreír en medio de la tempestad, la cuestión es tener la certeza de que las medidas que se han tomado son las pertinentes y las estrategias que se han anunciado son las adecuadas.

La respuesta la dará el tiempo.
 

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