Domingo, 22 de Septiembre 2024

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- “El infierno”

Por: Jaime García Elías

- “El infierno”

- “El infierno”

Si se hiciera una consulta -ahora que están de moda…- acerca del calificativo que mejor definiera a Guadalajara, seguramente una de las opciones menos votadas sería la que le dedicó un ciudadano entrevistado la semana pasada por la prensa: “El infierno”.

-II

“El infierno”, a todas luces, está justamente en las antípodas de lo que Guadalajara fue, orgullosamente, durante muchos años: “Ciudad amable”.

La etiqueta le quedaba a la medida porque la amabilidad era el rasgo que mejor retrataba a sus habitantes. Amable, por definición, es afable, cortés, atento; digno de ser amado. De “la gente sencía (sic) del norti” (re-sic) se elogiaba la franqueza; de los poblanos se difundió la leyenda negra acerca de su “doble cara” -rebatida por el ex Presidente Gustavo Díaz Ordaz (poblano), en el chiste suicida de “¿usted cree que si fuera cierto que los poblanos tenemos dos caras, yo saldría a la calle con esta…?”-; de los tapatíos se elogiaba, en tanto, de manera casi unánime, como ya quedó apuntado, su amabilidad.

La rotunda declaración rotundamente disidente -la primera de que se tenga noticia en ese sentido- la emitió, la semana pasada, un indigente identificado por la nota de EL INFORMADOR (X-26-18, p. 6-A) como “Raúl” a secas. La nota venía al caso por la reciente oleada de crímenes contra las “personas en situación de calle”, como las denominan los fanáticos de las que antes eran eufemismos y ahora son “expresiones políticamente correctas”...

-III-

“Raúl” y otros vagabundos entrevistados coincidían en los aspectos que los llevaban a expresarse tan desdeñosamente de una ciudad señera por el carácter cordial de la mayoría de sus habitantes, ciertamente…, aunque tuviera, como casi todo en este mundo, uno que otro defectillo.

¿Qué hace, desde la perspectiva de los incontables parias que pululan por sus calles y que viven de los desperdicios que sacan de los botes de la basura -o  de la caridad pública, si bien les va-, “el  infierno” de la ciudad en que malviven…?

Además del peligro que representa la presencia en las calles del o los asesinos seriales que la han emprendido contra ellos, las agresiones que sufren a diario -en palabras de “Raúl”- por parte de transeúntes, vecinos, autoridades o de sus propios compañeros.

Quizá no haya consenso en ese sentido, pero ese es, por desgracia, el drama cotidiano de muchos -¿cientos…?, ¿miles…?- de prójimos a los que nos resistimos a ver, a considerar y a tratar como tales.

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