Todos nos reinventamos de diferentes formas y el inicio del año siempre marca un cambio. Fueron días de descanso, de sueños largos, de salir un poco de la rutina, de ver nuevamente a nuestros familiares, de celebrar, y aunque parezcan días “poco productivos” sí lo son al darnos el tiempo de pensar qué queremos hacer, a dónde vamos, si lo que estamos haciendo va enfocado a cumplir nuestras metas.A mí en las vacaciones me da por tirar todo, bueno, analizar, es decir, si voy a la cocina y abro las puertas de la alacena me da por separar lo que uso y lo que no… esos ratos de ocio me ponen así, luego voy a mi cuarto, veo el closet y lo mismo, ¿sirve o no sirve? Siempre es mi pregunta y ahora, enseño a mis hijos a hacer lo mismo. Supongo que tiene algo de sano no acumular, por lo menos tanto, es mejor seleccionar y lo atribuyo más a un estilo de vida. Selecciono lo que como, lo que voy a hacer y hasta con quién quiero estar. De lo que sí me he dado cuenta es que no soy la misma de antes, era más adaptable a cualquier sitio y me daba lo mismo comer una cosa que la otra. Hoy ya no, hoy me quiero dar el gusto de hacer lo que me sienta mejor, comer lo que quiero y tener el placer de quedarme en casa a leer o acompañar a mis hijos a ver una película si así lo quiero. Antes me costaba trabajo decir que no, ahora ya no. Supongo que también tiene que ver con la edad y no intentar quedar bien con nadie, sólo estar en paz conmigo.Seleccionar es importante para la vida, esto también nos permite planear qué queremos y de verdad empeñarnos en lograrlo y no sólo ir por la vida como unos papalotes que nos dejamos llevar por el viento. Estas vacaciones me supieron a descanso, a reflexión, a familia, a limpieza, y es que no puedo evitarlo, me siento liviana al deshacerme de cosas que no me sirven y que alguien más podría utilizar.Encontré una triste caja de libros, una que me aferré a conservar por razones personales y que por tanto guardarla, ahora ya no sirve. Mis libros se llenaron de humedad y de esas que consideraba “joyas” ahora sí tuve que sentarme con ellas y despedirme porque, así, en ese estado, ya no me sirven. Eran libros que me acompañaron en etapas muy importantes de mi vida, como la universidad, incluso algunos de preparatoria, entre otros que lograron una chispa o trascendieron en mí. El punto fue que para qué los guardaba, si al final de cuentas hicieron su propia raíz en esa caja que ahora debe dar directo a la basura. ¿Cómo puedo leer unos libros que se llenaron de humedad, se mancharon y el olor ni siquiera permite hojearlos tranquilamente? Siento que mucho de mí se fue en esa caja y me da gusto, liberé esa carga que ahora me permitirá adquirir nuevos libros, que ya tenía en mi buró, así que en esta Navidad me di el lujo que desde hace tanto quería: un hermoso librero, ahora está vacío, en espera de nuevas historias. Si no nos vaciamos, es imposible recibir.Dejo mucho de mí en 2021, pero busco seguir caminando y reconstruirme en el 2022. La disciplina, la constancia y ahora lo sé, rodearme de las personas correctas, me permitirá conseguir lo que tanto quiero. La reinvención está en camino. Seguro en el camino hubo lágrimas, pérdidas, porque para todos ha sido un cambio radical -en lo laboral, personal, familiar- pero han sido lecciones para mejorar como seres humanos, volver a la esencia, agradecer lo que tenemos, valorar la salud y no perder la fe.AA