La codicia es un impulso primario que ha estado presente en la humanidad desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, cuando este impulso se vuelve excesivo, se hace patológico y puede tener consecuencias devastadoras para las personas y la sociedad.Surge de la necesidad básica de supervivencia y búsqueda de recursos. En la historia evolutiva de la humanidad, la búsqueda de recursos y la acumulación de riquezas eran esenciales para la supervivencia y la reproducción, especialmente en climas fríos extremos.Sin embargo, en la sociedad moderna, la búsqueda de recursos y la acumulación de riquezas ya no son necesariamente esenciales para la supervivencia. A pesar de esto, la codicia puede persistir e incluso convertirse en un impulso patológico.La codicia puede tener consecuencias negativas para las personas y la sociedad, pues conduce a priorizar la acumulación de riquezas y recursos sobre las relaciones con los demás. Esto puede generar ansiedad, depresión y un trastorno obsesivo-compulsivo.Lo preocupante es que está detrás de la corrupción y la explotación, y fácilmente lleva a quienes la padecen a participar en actividades corruptas y explotadoras, como la delincuencia, la corrupción política y la explotación laboral. Estas prácticas son muy comunes en las personas afectadas por este mal mental, quienes usan a los demás para conseguir sus objetivos sin tener la capacidad de autocrítica ni arrepentimiento por el daño que hacen.Se pierde el sentido del daño que pueden hacerse a sí mismos y a los demás, sin medir las consecuencias negativas de sus acciones. La codicia puede llegar a ser tan intensa que impide sentir remordimiento por las propias acciones. Esto se debe a que puede activar mecanismos de defensa psicológica, como la racionalización o la negación, que les permiten justificar o ignorar las consecuencias negativas de sus actos.Pierden la conciencia autocrítica para evaluar con sensatez sus propios pensamientos, sentimientos y acciones. En el caso de la codicia, la conciencia autocrítica es esencial para reconocer y corregir el comportamiento excesivo y el daño que se está causando con tal de satisfacer sus objetivos.No ven lo negativo porque están centrados en la satisfacción que les genera la obtención de más y más poder y dinero.Los principales afectados por este padecimiento son ellos mismos y sus familiares. No viven tranquilos, siempre quieren más, y luego ya no saben ni qué hacer con todo lo que acumulan.De aquí que lo deseable sea que tengamos líderes, sean políticos o empresarios, que tengan resuelta su codicia por el poder y el dinero, y posean más paz y equilibrio mental.