Niños y futbol, terapia antiterrorista en el sur de Filipinas
El programa de inclusión social Football for Peace intenta acercar a los menores que viven en las islas Sulu a este popular deporte
Las islas Sulu, en el sur de las Filipinas, son el escenario de graves enfrentamientos entre clanes rivales que cada año provocan numerosos muertos. En esta zona también está activo Abu Sayyaf, un grupo terrorista de matriz islámica afiliado al extremista Estado Islámico.
Sistemáticamente olvidado por parte de las autoridades centrales de Manila, este archipiélago, cerca de Borneo, intenta hacer frente a estas plagas sociales a través de sus propios hijos.
La marina de las Filipinas lanzó hace algunos años un ambicioso programa que se sirve del futbol para atraer a los más jóvenes y alejarlos de las armas, las venganzas y las ideologías extremistas. Ahora, finalmente, se empiezan a ver resultados tangibles.
Las islas Sulu parecen un lugar encantado. Playas, un mar paradisiaco y, en el interior, una vegetación tan densa que no se puede ver ni el cielo. Los habitantes del lugar sobreviven gracias a la pesca y al cultivo de la planta de café.
Por lo demás, aquí hay escasez de todo, especialmente de servicios públicos básicos. La cuestión de las Sulu -un territorio en el que viven casi exclusivamente musulmanes- siempre ha estado en el centro de encendidas campañas electorales en la carrera presidencial, pero la mano del Estado llega tarde.
Hay un rayo de esperanza que llega por la buena voluntad de un capitán de fragata de la marina de las Filipinas, Stephen Lalas Cabanlet.
Tras siete años de servicio en este archipiélago, de unos 300 kilómetros de largo, en 2011 Cabanlet tuvo la intuición de lanzar un programa de inclusión social llamado Football for Peace, que tiene como protagonistas a niños y balones.
"Las clínicas del balón", como los llama el marine, suelen ser eventos mensuales donde los militares explican a los más jóvenes de las Islas Sulu las características fundamentales del deporte más extendido en el mundo.
"Esta -explica Cabanlet- es un área de conflicto. A pesar de que nuestra presencia militar es masiva, podríamos correr el riesgo de ser atacados. Los terroristas, por un lado, y la violencia tribal, por el otro, hacen que cada año haya un gran número de víctimas".
Agrega: "Mi idea es muy simple: focalizarlo todo en los niños, porque son el futuro de estos lugares. Enseñándoles un juego de equipo como el futbol también se les transmite cierta disciplina, se les hace conocer la autoridad y se les hace entender que pueden confiar en nosotros y que hay una alternativa a la violencia".
En esta región todavía está muy difundido el Rido, un antiguo sistema de sangrientas venganzas entre familias rivales. Lo estaba mucho más en el pasado, pero también hoy; una de las tradiciones era regalar un arma o un fusil a los chicos adolescentes.
Pequeños robos, unos cuantos centímetros de tierra cultivable robada y homicidios se encuentran entre las principales razones que desencadenan el Rido, fortalecido por la proliferación de armas y la ausencia de autoridad.
Además, también está Abu Sayyaf, un grupo paramilitar islámico que desde hace tres décadas lucha contra el gobierno central y cuyo objetivo es crear una entidad panislámica en el Sudeste Asiático.
La organización terrorista, antes vinculada a Al Qaeda y ahora afiliada al Estado Islámico, es conocida por crímenes como extorsión, secuestro, decapitación y bombardeo.
"¿Por qué futbol? -pregunta retóricamente el capitán de la fragata-. Aquí el futbol no se practica en absoluto; de hecho, no hay campos adecuados. Los niños filipinos juegan baloncesto y voleibol y son muy buenos".
"Al introducirlos en un deporte completamente nuevo hemos creado interés: los niños hablan de ello en la escuela, y por eso tenemos nuevos participantes en nuestras clínicas de fútbol´", dice.
"Al introducirlos en un deporte completamente nuevo hemos creado interés: los niños hablan de ello en la escuela".
"Ahora, si les prestamos uno de nuestros balones, no nos lo devuelven. Sucede a menudo. El primer paso es distraerlos con algo saludable, mantenerlos alejados de las armas", añade.
Las palabras de Cabanlet se apagan entre los gritos de los niños. Cientos de ellos participan en los entrenamientos. Muchos no tienen botas con tacos y en estos casos la marina les da un par, cómicamente más grandes que su número.
Los que quieran pueden dejar que los marines les corten el pelo gratuitamente, pero eso de momento parece aterrorizar a algunos y hacer reír a los otros. Un concierto y un espectáculo teatral acompañan el evento deportivo más esperado del archipiélago.
Pero los aplausos y los gritos de júbilo más fuertes llegan a la hora de la distribución de dulces y bombones.
"Estamos muy agradecidos a la marina -explica Ruma Amingula, la anciana maestra de la escuela primaria del pueblo de Omar Sulu- y a las organizaciones humanitarias filipinas e internacionales que colaboran con el proyecto Football for Peace. Sobre todo Umala, una ONG centrada en los buenos valores del islam".
"Lo que hacen todas estas personas para conseguir la paz en Sulu, aunque es encomiable, es solo un granito de arena. Es el gobierno de Manila el que tiene que asumir sus responsabilidades con respecto a los problemas a los que los habitantes de Sulu se tienen que enfrentar diariamente. No puede ser que en 2017 Abu Sayyaf y la violencia sectaria sigan paralizando nuestras vidas", señala.
Cabanlet asiente a las palabras de la maestra Ruma y añade: "A Football for Peace llegan niños vienen de pueblos lejanos y con ellos padres y parientes. Así que las familias y los clanes que están en conflicto se encuentran en el campo de juego para asistir al partido de sus hijos y nietos".
Cuenta que "a veces ha habido risas, otras alguien ha arrojado un arma, pero también a veces, empujados por nosotros, de la marina, y por los mismos niños las partes en disputa se han tendido la mano el uno al otro".
"Son momentos inolvidables. Estamos ayudando a construir una generación de buenos ciudadanos, personas capaces de entender lo que es bueno y lo que es malo y sobre todo a decir no al extremismo de Abu Sayyaf", destaca el capitán.